Cuando la actualidad es un revoltijo de noticias, esperamos la llegada de la noche para aislarnos de tanto ruido. La oscuridad facilita ese espacio que se abre y al mismo tiempo se cierra a cuanto nos rodea. En este rincón que no va más allá del cojín del sofá, descansamos nuestro agotamiento físico y, en mayor medida, el emocional. Éste tarda un poco más en equilibrarse, por eso necesita de una actividad tranquilizadora y distraída. En este caso recurrimos a la música suave o a la televisión.
Pocos programas llegan a emocionar acalorando los ojos junto a un leve picor de nariz. Al recordarlos de inmediato buscamos estos momentos en blanco y negro en una página Web, desplegando los comienzos de la tele, devolviéndonos aquella emoción al poder ver lo que habíamos oído tantas veces en la radio. Aquello era un milagro, porque tuvimos a los personajes hablando en el salón de casa. Hilo directo, A fondo, Esta es su vida son los programas pioneros, sin embargo fue De cerca donde los planos se acortaron para acortar también la distancia entre el periodista y el invitado. Jesús Hermida cambió el concepto apoyándolo en la complicidad para luego extraviarse con el debate. Y empezamos a echar de menos esa hora y pico tranquila sin dejar de conocer, de entretenernos serenamente hasta el pasado miércoles, cuando televisión española abría las Tres puertas que la productora de Antonio Banderas le ofreció, el programa que estábamos esperando.
Pocas veces coinciden, pero así se ha escrito en periódicos y redes sociales, una idea común y ansiada, la de la conversación sencilla, profunda, tranquila, cómplice, dando una calidez especial al concepto de entrevista. Pocos profesionales llegan a fusionar estas líneas y María Casado lo ha demostrado una vez más con la palabra y el bruño particular de la emoción en la mirada. En realidad, fueron dos, porque la de Antonio Banderas, encargado de abrir la primera puerta, también brilló durante los quince minutos largos que ambos compartieron. Hubo lágrimas, luego anécdotas llenas de humor con Carmen Posadas, poesía con la joven Sara Búho, sinceridad con Nathy Peluso y la fórmula para alcanzar la felicidad con el médico Mario Alonso Puig.
Realmente fue un placer estar frente a la tele oyendo el vuelo de las palabras sobre las notas de un piano. No hubo bostezos ni intención de coger la labor, porque el sueño esperó a los títulos de crédito para acurrucarnos hasta dormirnos con el adjetivo extraordinario, como ha quedado escrito en todos los medios.
Ánimo y prudencia