Cuando David Amaya se enfundó unos vaqueros y se abotonó la camisa este lunes por la mañana, no se reconocía. Durante los últimos diez días, el autor de La Murga de los Protestantes ha recorrido las calles de Cádiz ataviado con su disfraz y cantando coplas como si fuera la primera vez. “Hemos dado 25 pases”, celebra. Los últimos, el domingo, a las 19.00 horas en la Cruz Verde, y en torno a las 22.00 horas por Sagasta.
“Cádiz se vació pronto” en la última jornada del Carnaval no oficial, admite, pero reenvía un vídeo en la Plaza de las Flores atestada de público, a las 15.00 horas, con el Cádiz enfrentándose al Rayo en un partido crucial, que no es poca cosa.
“La gente tenía ganas y ha sido muy agradecida”, asegura. “O se reía o se emocionaba con una letra porque los sentimientos estaban a flor de piel después de dos años de pandemia, ha sido muy especial”, agrega.
La hostelería también está satisfecha. Si el puente dejó unas cifras de ocupación con picos de hasta 96,5%, este fin de semana ha rondado el 65%, pero bares y restaurantes del casco histórico han hecho el agosto, según Antonio de María, presidente de la patronal Horeca, quien destaca el papel de las agrupaciones, en torno a 140 de acuerdo a los números que trazaba en su cuaderno el responsable de la Asociación de Autores, Miguel Villanueva. De María sostiene que los resultados podrían haber sido “mucho más potentes” si se hubieran montado los tablaos, San Antonio hubiera acogido eventos gastronómicos o se hubiera celebrado la Cabalgata.
David Amaya también ha echado de menos los tangos, pero como De María, confía en que “el segundo set -bromea-, pueda hacer disfrutar” a propios y extraños de un nuevo Carnaval.
Guardado el tipo de La Murga de los Protestantes, su autor, que no descarta un Carnaval de los Jartibles el día 13, comienza a ensayar sin solución de continuidad con el coro de Luis Rivero “a saco” porque aún queda mucho por hacer para hacer grande el segundo Carnaval.