El paso de la Virgen de la Soledad salió de la Iglesia de Santa Cruz con los 52 hombres debajo, “no había huecos”, pero un “grupo importante de cargadores no apareció”. Conforme avanzaba de camino a la Catedral, explica el hermano mayor de la Hermandad de Santo Entierro, Fernando Díaz, “empiezan a fallar las alturas; podías meter a gener pero no iba bien tallada”. El calor agravó los problemas “y activamos el plan de emergencia que contemplamos en cada salida procesional”. La vuelta se hizo con la propia cuadrilla, salvo dos integrantes de otras, vinculadas, en cualquier caso, con la cofradía. “No nos había pasado nunca”, admite Díaz, pero no le sorprende. “Los cargadores llegan muy castigados al final de la Semana Santa y los habituales van cumpliendo años sin que se complete el relevo generacional”, apunta. “Llevo advirtiéndolo desde hace muchos años, hay un problema en la carga en Cádiz y hay que reflexionar sobre ello”, agrega.
Mauricio García, capataz del Caído, considera que la situación no es más serio que otros años, pero sí coincide en que “hay que darle una vuelta de tuerca”. “Hay que dignificar la figura del cargador, darle su sitio como instrumento de servicio y no crear debates sobre los estilos que dividen”, plantea. Y sostiene, por otro lado, que “las juntas de gobierno deben tomar nota de que las cuadrillas de hermanos no han fallado”.
Al respecto, Francisco Martín, capataz de la Virgen del Amparo y Las Aguas, tacha las cuadrillas de hermanos de “mentira muy grande”, porque “meto en un paso a quien va a responder, una cuadrilla de hermanos no la hace buena”. Y resta gravedad a lo acontecido: “La carga está muy viva; se ha notado que llevamos dos años sin salir, pero lo de la Virgen de la Soledad ha sido mala suerte”.