El Ministerio de Asuntos Exteriores de China declaró este viernes que las políticas de prevención contra la covid han de "basarse en la ciencia", ser "proporcionales" y "no afectar a los viajes normales", después de que varios países impusiesen medidas a los viajeros procedentes del país asiático.
Naciones como España, Estados Unidos, Italia, India, Taiwán, Corea del Sur, Malasia y Japón anunciaron esta semana nuevas restricciones -como exigir pruebas PCR a los viajeros procedentes del país asiático- tras el registro en China de un aumento exponencial de los contagios a raíz de la relajación de las fuertes medidas anticovid que mantenía.
Para justificar la decisión, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. mencionaron el aumento de infecciones y una falta de información adecuada y transparente de China.
"Las medidas no pueden afectar al intercambio y la cooperación", señaló el portavoz de la Cancillería Wang Wenbin.
El vocero añadió que "muchos países han anunciado que ven con buenos ojos" la decisión china de "facilitar los viajes transfronterizos", en referencia a la retirada por parte de Pekín de las cuarentenas obligatorias para los pasajeros que lleguen a China, que será efectiva el próximo 8 de enero, fecha tras la cual será necesaria una prueba PCR negativa antes de embarcar con destino a la nación asiática.
Recientemente, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró: ""En la ausencia de información más amplia de China, se puede entender que los países en todo el mundo actúen de la manera en la que piensan que pueden proteger a sus poblaciones".
En respuesta al experto etíope, Wang aseveró que "expertos médicos de diferentes países han dicho que las restricciones de entrada a los viajeros que llegan de China son innecesarias".
El jefe del equipo de expertos de la Comisión de Sanidad de China, Liang Wannian, declaró este jueves que la nación asiática seguirá "analizando, secuenciando e informando de variantes del coronavirus" y que, en el caso de que las autoridades hallasen "una nueva variante que provocase cambios en la patogenicidad, virulencia o transmisibilidad", se notificaría a la OMS "de inmediato".
La semana pasada, la OMS se mostró "muy preocupada" por la evolución de la epidemia en China y reclamó "más información", a lo que Pekín respondió que ha compartido sus datos "de forma abierta, puntual y transparente" desde el inicio de la pandemia.
Existen dudas sobre la fiabilidad de las cifras oficiales, que han informado de apenas un puñado de fallecimientos recientes por la enfermedad pese a que, por ejemplo, la provincia de Zhejiang (este) estimó recientemente que un millón de sus habitantes se contagiaban cada día.
Según un experto citado por la prensa estatal, las muertes causadas por enfermedades subyacentes en pacientes que estaban infectados por el coronavirus no se cuentan como muertes por covid.
A partir del 8 de enero, la covid dejará de ser una enfermedad de categoría A en China, el nivel de máximo peligro y para cuya contención se exigen las medidas más severas, para convertirse en una de categoría B, que contempla un control más laxo, marcando así en la práctica el fin de la política de 'cero covid' que llevaba vigente casi tres años y que en las últimas semanas las autoridades han desarmado.
El Gobierno chino aseguró a principios de este mes que se daban las "condiciones" para que el país ajustara sus protocolos ante una "nueva situación" en la que el virus provoca menos muertes.
La ola de contagios posterior ha provocado una gran presión en hospitales y morgues de ciudades como Pekín y Chongqing, según testimonios recogidos en las redes sociales del país.
Los cambios llegaron después de que el hartazgo ante las restricciones cristalizase en protestas en diversas partes del país tras la muerte de diez personas en un edificio aparentemente confinado en Urumqi (noroeste), con consignas como "no quiero PCR, quiero comer" o "devolvedme mi libertad".