Achref llega a Melilla nadando desde Nador, Marruecos, un tres de diciembre. El agua está helada y está solo. Bracea contra las olas y siente que se le congelan los brazos. Por suerte, lleva años practicando deporte acuático en su país y saca fuerzas de donde ya parece que no quedan. Avanza y consigue tocar el fondo con los pies. Nunca hubiera imaginado verse en esta situación cuando salió de Túnez años antes.
Allí había estudiado electromecánica industrial y se formó en seguridad y placas solares. Junto a un amigo, creó y desarrolló un proyecto de energías renovables para instalar placas solares en más casas y abaratar los costes de la gente del pueblo. Tenían el proyecto cerrado y programado, pidieron un préstamo al banco para poder comprar los materiales y llevarlo a cabo, pero no se lo concedieron. «Uno de los documentos que faltaban por firmar nos lo bloquearon y no nos lo concedieron». Achref está convencido de que tras esta negativa hay fuertes intereses económicos y había gente influyente que no estaba de acuerdo con disminuir el precio de la electricidad con las placas solares, por eso no les permitieron desarrollar el proyecto. Además, siente que arruinaron su carrera profesional, ya que después de aquello no lograba que le contrataran en ninguna parte. Esto le hizo reflexionar sobre la mentalidad política de su país y le motivó a salir: «La energía está muy relacionada con la política porque mueve mucho dinero. Estaba bloqueado y quería marcharme, no pensaba en otra cosa, esperaba poder desarrollarme profesionalmente en otro lugar».
Tras un largo viaje, Achref llega a España y es trasladado a un CETI (Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes). Justo en ese momento, el planeta se conmociona con una realidad que nadie esperaba: la pandemia del coronavirus. Todas las fronteras se cierran, todo se para.
Esto significa que las personas que acaban de llegar son confinadas durante meses en el CETI. «El problema con los CETI es que a menudo tienen una ocupación bastante superior a su capacidad permitida, por ejemplo, si la capacidad permitida es para seiscientas personas y tienes allí a mil quinientas, pueden darse situaciones de hacinamiento y condiciones muy malas». Si a esto sumamos el confinamiento obligatorio y que todos los traslados a entidades se suspendieron, encontramos a personas que han estado en el CETI hasta dos años, porque llegaron en diciembre de 2019, como le pasó a Achref.
«Fue una situación tan estresante para todos los que estábamos allí… Muchos se sentían rotos, algunos tomaban drogas o pastillas para la ansiedad. Para mí, la única manera de superar el estrés de estar allí encerrado con tanta gente, era el deporte. Era la única forma de lograr dormir bien. También el intentar no mezclarme mucho, mantener mi cabeza fría».
Para distraerse, leía y se informaba mucho con el móvil sobre nutrición, medicina y salud. Cuando las medidas de confinamiento se relajaron un poco y por fin pudieron salir de vez en cuando, la situación mejoró. Pero incluso ya estando en Jerez, en un piso de CEAin, Achref se sentía aún sobrepasado por todo lo vivido en Melilla: «Tengo que recuperarme, ahora mismo no estoy allí encerrado pero sigo sintiéndolo, el estrés es como una prisión que no se ve».
Cuando hacemos esta entrevista, Achref se está preparando para irse a Barcelona. Ha practicado muchos deportes en su vida, pero en Túnez se especializó en marcha acuática, donde llegó a competir profesionalmente en dos ocasiones, quedando en primera y segunda posición. «Es un deporte bastante nuevo en todo el mundo. Un día estaba en la playa y vi a dos mujeres practicando este deporte, sumergidas hasta la cintura haciendo marchas largas. No sabía lo que era, les pregunté y comencé a practicarlo yo también, formamos un equipo de casi cuarenta personas. Hay dos modalidades, en una te ayudas con las manos y en la otra con un remo. De todos los deportes es el que más me gusta porque se practica en la playa y descargas todo el estrés».
El único sitio donde se practica la marcha acuática de manera profesional en España es Cataluña y este es uno de los motivos por los que Achref se dispone a dirigirse a su nuevo destino. Él aún no puede competir aquí, pero espera poder hacerlo cuando arregle su situación documental. Esto también le permitirá volver a retomar sus proyectos en energías renovables: «Me siento muy contento por cumplir ese sueño, quiero trabajar y avanzar profesionalmente».
Achref vino persiguiendo sus sueños y se ve a sí mismo viviendo muchos años aún en España, pero algún día le gustaría volver a Túnez: «Yo amo mi país, allí tengo a mi familia, a mis padres, que se sienten felices por mí y me han apoyado siempre. Es difícil estar lejos. A las personas que estén viviendo momentos duros como los que yo he vivido les aconsejo mantener la cabeza serena, no venirse abajo. Es importante conocerte a ti mismo y saber qué quieres hacer, mantener la motivación despierta, aunque te encuentres en mitad de una situación complicada. A los más jóvenes también les diría que para comenzar una nueva vida tienes que intentar unirte a personas que sean positivas y que te ayuden a cargar la energía adecuada para salir adelante».
Actualmente, Achref lleva un año viviendo en Barcelona, aprendiendo español y pendiente aún de obtener su permiso de residencia para poder trabajar en la profesión que ama y para poder competir de nuevo en el deporte que, al menos en dos ocasiones, le ha salvado la vida.