El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, no tiene intención de urbanizar la dehesa de Tablada, establecida tras un largo periplo judicial como zona no urbanizable, de especial protección e inundable, y se ha mostrado dispuesto a reunirse con la plataforma ciudadana que propugna su recuperación como espacio verde y público, cerrando el capítulo de la propiedad de los terrenos mediante un acuerdo negociado con las inmobiliarias propietarias de los terrenos.
Tablada no tiene un problema ambiental ni urbano, es un problema societarioFuentes municipales han aclarado a Viva Sevilla que las declaraciones en las que José Luis Sanz hablaba de urbanizar Tablada y “destinar 200 de sus 700 hectáreas a uso residencial, con viviendas y diferentes equipamientos deportivos y culturales”, no se refería a la dehesa en sí, sino a toda la zona, incluyendo la reurbanización de la barriada cuyo proyecto, presentado por el Ministerio de Defensa, aprobó el viernes en Junta de Gobierno.
Así, según fuentes municipales, el alcalde estaría dispuesto a reunirse con la Mesa por Tablada para explicarles los diferentes planes que tiene para la zona. “El alcalde está abierto a negociarlo todo, no viene con la imposición ni el ordeno y mando”, insistían desde el Ayuntamiento.
Esas declaraciones había reabierto un debate que, tras las diferentes sentencias judiciales, “creíamos superado” cuando “hay muchas razones para que no sea recalificada”, entre ellas que en Sevilla hay 24.000 viviendas vacías y suelo disponible para construir otras 25.000, explicaba Enrique Hernández, de la Mesa por Tablada, en el programa Tierra 7 de 7TV, en las que abogaba por cerrar ya el capítulo con Tablada Híspalis, que aglutina a las inmobiliarias que compraron los suelos en su momento a Defensa, para que la dehesa pueda ser, por fin, pública.
“Lo razonable es que haya un acuerdo, vía negociación, vía expropiación, y que esos terrenos sean públicos”, aseguraba Hernández, que insistía en zanjar la cuestión de una futura urbanización de la única ribera del río que nunca ha sufrido alteración por la actividad humana asegurando que Sevilla “tiene capacidad urbanística para construir Cádiz dentro de Sevilla”, unas 55.000 viviendas que, a su juicio, “nunca se van a construir” porque las estimaciones de crecimiento de la población hablan de que serían unos 15.000 habitantes en los próximos 15 años.
“Tablada no tiene un problema ambiental ni urbano, es un problema societario”, recalcaba, recordando la historia de unos terrenos que siempre han sido “el ejido” de Sevilla y que Defensa, aún siendo de la ciudad, vendió a unas empresas “con la esperanza de que terminaran siendo urbanizables” y la justicia nunca lo hizo. “Era una inversión de alto riesgo”, aseguraba Hernández.
Para el miembro de la plataforma cívica, la clave de Tablada está en que es inundable, con un periodo de recurrencia que dice que en 25 años hay un 20% de posibilidades de que se inunde, y debe conservarse así porque su existencia evita que se inunden otras zonas de ribera que sí están alteradas, ya sea aguas abajo, como por ejemplo Gelves, o aguas arriba, como es Cartuja o Camas.
La Mesa por Tablada también solicitó vía alegaciones a las administraciones públicas que la dehesa de Tablada pasara a ser pública al considerarla como medida de compensación ambiental ante el importante impacto paisajístico que tendría el proyecto del puente de la SE-40 por Coria. “Están en fase de evaluación en Medio Ambiente”, apuntaba Hernández.
“Son 360 hectáreas que están catalogadas como parque metropolitano, recogido en el PGOU como suelo no urbanizable, incluido en el POTAUS, por sus valores actuales y potenciales, quizás no sea relevante por u valor paisajístico pero sí para determinadas especies de aves y porque es el último sector de suelo vacío que nunca ha estado ocupado por urbanización in infraestructura”, recordaba Hernández en Tierra 7.
En declaraciones a Viva posteriores reconocía la necesidad de llegar a un acuerdo sobre cómo gestionarlo en un futuro, quizás como la Corchuela, y renaturalizar la zona, incluso abriendo paso a usos vecinales agrícolas.
Hernández lamentaba los mensajes “desarrollistas de los 70” que se desprenden de la posibilidad de urbanizar una dehesa que debe seguir siendo pública, porque cuando hablan de desarrollo “es el de unos propietarios, no de la ciudad”.