Este domingo casi 37,5 millones de españoles están convocados a las urnas, en las que el PP parte como favorito según todas las encuestas salvo el CIS y con la aspiración del candidato popular Alberto Núñéz Feijóo de sortear un posible bloqueo y gobernar a ser posible en solitario. Todo ello después de una campaña marcada por el debate 'cara a cara' entre Pedro Sánchez y el líder 'popular' y el intento del presidente del Gobierno de lograr la 'remontada', con acusaciones cruzadas de mentiras y reproches por los pactos de ambos bloques.
La revalorización de las pensiones, el voto por correo y la posibilidad de establecer peajes en las autovías a partir de 2024, han centrado el debate público en las dos últimas semanas. También los reproches de la izquierda a Feijóo por su amistad con el narcotraficante Marcial Dorado.
Una campaña inédita, en la que se ha notado el cansancio de una sociedad llamada a las urnas en pleno verano, tan solo dos meses después de las municipales y autonómicas del 28 de mayo.
En estos días previos a la votación, también ha quedado patente la división en bloques de las fuerzas políticas y la elevada posibilidad de que el Ejecutivo resultante sea de coalición o en todo caso que requiera un acuerdo previo entre partidos para sumar mayoría.
La izquierda ha insistido en esta idea e incluso Pedro Sánchez, ha repetido que en caso de gobernar lo hará en coalición con Sumar, el partido de Yolanda Díaz. Aunque según las encuestas, necesitaría a los independentistas catalanes y vascos para poder ser investido. Pero también podría darse un bloqueo como el vivido en 2015 que obligó a repetir elecciones en 2016.
Feijóo por el contrario ha tratado de alejarse de este marco y llegó a ofrecer un acuerdo a Sánchez para dejar gobernar a la lista mas votada y así evitar la influencia de Vox. Lo llevó por escrito al debate 'cara a cara' del 10 de julio, y lo firmó allí mismo, pero Sánchez lo rechazó.
Este debate fue el punto más importante de toda la campaña, la primera vez que ambos se batían en este formato, que generó una gran expectación y condicionó los días siguientes. El líder del PP atacó los datos económicos de los que saca pecho el Gobierno y echó en cara sus pactos con ERC y Bildu mientras que Sánchez trató de defenderse replicando con los pactos PP-Vox.
Aunque a priori Sánchez era el favorito, el resultado fue diferente al esperado y la mayoría de medios de comunicación dieron a Feijóo como ganador. En Moncloa deslizaban que el formato no le favoreció y cargaron contra "la montaña de mentiras" que consideraban que había vertido Feijóo.
La cúpula del PP cree que el debate dejó "derrumbado" y "desilusionado" al PSOE, que no se ha recuperado en ningún momento. Es más, sostienen que el "vínculo emocional entre su electorado y el candidato socialista ha decrecido".
Después del 'cara a cara' la campaña bajó de revoluciones al tiempo que se enfrió la sensación de remontada que el PSOE venía espoleando, sostenida en los pactos PP-Vox y sus perfiles "ultra" en instituciones.
Desde el PSOE han admitido la dificultad de darle continuidad a la campaña de Sánchez por los compromisos internacionales a los que estaba obligado a acudir, la cumbre de la OTAN y después la UE CELAC, de la que se llegó a ausentar para acudir a un mitin en Huesca.
Ya en el ecuador de la campaña, ha tratado de recuperar el ánimo de su electorado con apelaciones a la épica y a sus victorias "contra todo pronóstico". Además, el PSOE dio un viraje a su estrategia --muchas entrevistas en televisión y radio-- para celebrar varios mítines en la última semana de campaña y rascar entre 7 y 8 diputados en provincias donde "bailan" por un puñado de votos.
Con el viento a favor en las encuestas, el PP ha puesto el broche a su campaña con la idea de que es posible un 'efecto Andalucía', con trasvase de electores de Vox y PSOE que permitan a Feijóo "no depender" de los de Abascal.
Con ese objetivo, la apelación al voto útil para el PP ha sido el mensaje clave de Feijóo en todos sus actos, subrayando que solo la papeleta de su partido "garantiza el cambio" y poder "acabar con el sanchismo". Además, Feijóo ha hecho hincapié en que Sánchez está dispuesto a "gobernar perdiendo" y cree que busca "bloquear", para que se repitan elecciones.
En 'Génova' están "satisfechos" con su campaña, y desde el equipo de Feijóo subrayan que el "electorado de derecha está muy movilizado". Pese a la polémica con las pensiones con la que arrancó la última semana de campaña, después de que Feijóo afirmase que el PP siempre las había revalorizado conforme al IPC y luego tuviese que rectificar, el PP ha indicado que ha seguido en línea ascendente en sus trackings.
Aseguran además que ha habido transferencia de voto tanto de electores socialistas como de Vox y además, fuentes del PP ha recalcado que la campaña "no ha ido hacia donde quería" PSOE y Sumar: "intentar imponer a Marcial Dorado".
Otro tema que ha copado el debate público en campaña ha sido el voto por correo, cuyas peticiones se incrementaron notablemente --hasta 2,6 millones-- por las fechas vacacionales. Feijóo, que fue presidente de Correos en el pasado, alertó de que cerca de medio millón de españoles se podían quedar sin votar por falta de tiempo para recibirlo.
Además calificó de incompetente a la actual dirección de la empresa pública y pidió que se ampliasen los plazos para garantizar el proceso. Finalmente Correos amplió horarios de oficina y la JEC alargó el plazo para depositar el voto hasta el viernes 21.
También se han colado en la campaña los peajes en las autovías, y su posible imposición a partir de 2024. El Gobierno lo negó categóricamente pero la Comisión le corrigió al señalar que la propuesta está incluida en el plan de recuperación. Finalmente Sánchez ha dicho que no habrá peajes y que esa posibilidad se eliminó de la negociación con Bruselas.
De su lado Vox ha afrontado esta campaña como "decisiva", tanto por la oportunidad de desalojar a Sánchez de Moncloa como por la posibilidad de ser decisivo en la formación del futuro Gobierno. Estas premisas han marcado todos los mítines de Santiago Abascal, que se han dividido entre los ataques al Ejecutivo y los mensajes a Feijóo.
Abascal se ha volcado en la campaña electoral con actos públicos por toda España para tratar de alejar el fantasma del voto útil que enarbola el PP. Desoye así la baja de diputados que apuntan algunas encuestas, aunque reconoce que la ley D'Hont les puede hacer perder escaños aún con el resultado de 2019.
Los de Abascal evitan hablar de lo que pedirán al PP en caso de que Feijóo necesite su apoyo, pero el líder de Vox ha reconocido que el nivel de sus exigencias quedará marcado por la fuerza obtenida en las urnas.
Yolanda Díaz se ha centrado en reivindicar que Sumar es la fuerza determinante para propiciar un nuevo gobierno progresista y su papel clave para arrebatar escaños a Vox en multitud de circunscripciones, conscientes de la importancia de lograr la tercera posición.
Durante el primer tramo de la campaña y las semanas previas Díaz se volcó en desplegar un tono de campaña positivo, diferenciándose del todo beligerantes que había desplegado Podemos. Sin embargo en los últimos días ha endurecido el tono contra Feijóo y le ha recriminado que no explicara la relación de amistad que mantuvo con el narcotraficante Marcial Dorado.