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Sábado 21/12/2024
 

A(Em)prendiendo

Relativismo

Cuenta la leyenda que un día la verdad y la mentira se cruzaron y decidieron bañarse en un lago

  • Relativismo. -

Cuenta la leyenda que un día la verdad y la mentira se cruzaron y decidieron bañarse en un lago. Ambas se quitaron la ropa y nadaron tranquilas. Al rato la mentira salió, se puso la ropa de la verdad y se fue. Al salir la verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira, comenzó a caminar sin ropa y todos se horrorizaban al verla. Desde ese día la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad antes que la verdad al desnudo.  

Desde pequeños nos enseñaban nuestros padres que mentir estaba mal. No teníamos en aquel tiempo el recurso a la posverdad. En nuestra inocencia no sabíamos que se podía vestir la mentira con las ropas de la verdad, e incluso llamarla de forma similar. En un contexto de creciente relativismo, la verdad no interesa, no aporta, no conviene. Interesa la verdad de cada uno, la interpretación, más o menos distorsionada y manipulada de forma consciente.  

Crecientemente se reclama transparencia, evidencias científicas para justificar cualquier medida o actuación. Aparentemente, lo que aportan los expertos es verdad, incluso a veces dicen que es ciencia basada en datos. A partir de ahí, nadie puede osar dudar bajo castigo de señalamiento social. Pero los datos pueden ser manipulables, y la forma de analizarlos también da mucho juego. Si un dato mensual no es bueno hay varias alternativas: se puede obviar “por error”, se puede buscar si el acumulado anual se puede “vender” mejor, o bien el interanual. Incluso cuando el dato sea malo se puede decir que no es tan malo como se esperaba, o es menos malo que el de otros. Incluso se puede decir que tenemos un “crecimiento negativo” en lugar de una disminución. Se adjetiva el sustantivo que interese y listo. Los datos, la información interesan menos que la opinión. Lo objetivo, que puede no gustarnos, interesa menos que lo subjetivo que podamos ajustar a lo que queremos obtener.  

La nueva normalidad nos ha traído un nuevo eufemismo para referirnos a la mentira. Se llama cambiar de opinión. Lo mejor (peor) es que a pesar de que te pillen una mentira tras otra la gente sigue confiando. Va a ser que no es problema de quienes mienten (casi todos en mayor o menor medida), sino de una sociedad que lo asume, lo acepta y premia. La verdad desnuda va camino de hundirse en el lago. 

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