La teoría de agencia analiza el problema del control del comportamiento en las organizaciones derivado de una relación en la que una o más personas –el o los principales– encomiendan a otra persona –el agente– la realización de un servicio en su provecho, que implica delegar alguna autoridad al agente. Este tipo de relación es lo que se denomina “relación de agencia”. Cada vez que un individuo depende de la acción de otro surge una relación de agencia. En esta relación, principal y agente están comprometidos en un comportamiento cooperativo, pero pueden tener distintos objetivos y diferentes actitudes hacia el riesgo.
Los componentes básicos de esta teoría son el conflicto de objetivos y la incertidumbre. La incertidumbre surge a partir de dos tipos de asimetrías informativas que permiten la aparición de comportamientos oportunistas: la selección adversa y el riesgo moral. La selección adversa –o información oculta– se presenta cuando una de las partes tiene mayor información relevante para el desarrollo de la relación que la otra antes de formalizarla, y que la otra parte no puede obtener. El riesgo moral –o acción oculta– se refiere a las posibles acciones que una parte puede desarrollar con posterioridad a la realización del contrato y que, no siendo observables por la otra parte, pueden ir contra los intereses de ésta.
Independientemente de la calificación jurídica, política, ética y moral, desde una perspectiva organizativa es evidente que nos encontramos en España ante un problema de agencia. Los intereses de algunos políticos (agentes) no coinciden con los de buena parte del pueblo (principal), y ha habido información y acciones ocultas. Imaginen a un directivo que perdona deudas en la empresa en perjuicio del patrimonio de sus propietarios. Salvo para quienes lo están amparando porque les interesa, resulta muy difícil asumir que se hagan desaparecer deudas y responsabilidades legales.
Cuando hay agentes oportunistas y desleales es necesario promover la transparencia, la rendición de cuentas y proteger los intereses de los principales (el conjunto del pueblo español). La supervisión externa (UE) puede ayudar a alinear las decisiones de agentes y principales. Si nuestro estado de derecho y nuestra democracia son tan débiles que un simple pacto oportunista y un chantaje pueden cambiar cualquier cosa, y los agentes mantienen su poder representando solo los intereses de parte de los principales, quizás haya que replantearse qué tipo de sistema tenemos y en qué agentes hemos elegido confiar para dirigirnos.