Los dos grandes partidos en la provincia de Cádiz atraviesan sendas crisis internas sin precedentes. En el caso del PSOE, las tensiones se deben a la pérdida de poder territorial tras las elecciones del pasado mes de mayo.
Sin las alcaldías de los grandes municipios, entre ellos, Jerez, Cádiz y Algeciras, ni Diputación, los socialistas no se hallan en la oposición. Dirección provincial y críticos se culpan de la derrota en las urnas huérfanos de liderazgo regional con un Juan Espadas incapaz de hacer frente a un PP con mayoría absoluta en la Junta de Andalucía que, al margen de su gestión, exhibe un talante moderado con Juanma Moreno y eso le basta. Hay quien trata de deslegitimar a Espadas tachándolo de copia fallida del presidente del PP.
Espadas, en realidad, es como Juan Ignacio Zoido, ex alcaldes de Sevilla ambos, por cierto, y perfiles de transición. El que fue ministro duró poco al frente de los populares en Andalucía. Espadas está durando demasiado. Su liderazgo flojo anima a los disidentes en Huelva, Málaga y Cádiz a plantar una batalla extemporánea. El calendario no marca procesos provinciales. Y todos coinciden en que la última palabra, cuando toque, la tendrá Pedro Sánchez, a quien no le pasa factura internamente sus desvaríos presidenciales ni sus aventuras con independentistas.
En cualquier caso, al PSOE se está escapando vivo un PP abrumado por las responsabilidades públicas.
La Junta de Andalucía obligó a disponer de dirigentes locales para tareas institucionales y de una miríada de miembros de las direcciones para cubrir cargos de confianza. Las alcaldías obtenidas y la propia Diputación, igual. Precisamente la institución provincial se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los populares. Almudena Martínez goza de autonomía plena. Pero las consecuencias en las decisiones adoptadas salpican a un Bruno García enfrascado en la batalla municipal. Lo cierto es que, desde que la jerezana tomara posesión como presidenta, ha sido incapaz de hacerse con las riendas de una Administración compleja pero de vital importancia para fortalecer el proyecto a nivel y provincial, con más de 320 millones de euros de presupuesto.
Las dudas en la organización técnica, las decisiones tomadas sin medir los efectos dentro del Palacio Provincial, se le han atragantado y han pasado factura a Juancho Ortiz y Jacinto Muñoz, fundamentalmente, porque comenzaron el mandato con competencias de peso y ahora son meros espectadores del jaleo. En Sevilla se han disparado las alarmas porque, además, Los Barrios 100x100 trata de sacar tajada de la debilidad del Gobierno provincial y La Línea 100x100 conquista, cada vez más, terreno.
Todo esto se debe, por un lado, a la encarnizada lucha de poder de las diferentes corrientes existentes en ambos partidos, pero también por la inexistencia de cuadros, porque las familias políticas fulminan a cualquiera que se mueva en la foto: no quieren talento, buscan adeptos. Falta músculo, sobran arribistas. El espectáculo sería cómico si no perjudicara a los ciudadanos que gobiernan.
