Granada y los 14 municipios del área metropolitana a los que da servicio la Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento (Emasagra) han recuperado la "normalidad" una vez superado el nivel de "alerta" activado en enero por la situación de sequía, en el marco del cual no se han llegado a plantear restricciones para agua de boca ni para riego de jardines o baldeos, si bien sus responsables insisten en la necesidad de que la ciudadanía mantenga la "cautela" en el uso del líquido elemento.
Esta evolución, que se materializa tras el análisis de los datos facilitados este miércoles en Sevilla del Pleno de la Comisión de Desembalse, se produce gracias a las lluvias de marzo y de las últimas semanas, que han llevado, según las fuentes consultadas por Europa Press en Emasagra, a que mejore la situación en el sistema de los embalses Canales y Quéntar del que se alimentan estos municipios.
Sea como sea, el uso con precaución de un recurso natural, que es "esencial" pero "limitado" y que "no se puede derrochar", se hace necesario en tanto no es seguro que las precipitaciones se vayan a mantener. Por delante está la etapa "más dura" del año hidrológico, que empezaba el pasado 1 de octubre, y que, por tanto, incluye todo el verano, han destacado las mismas fuentes.
Cabe señalar además que la propia Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), en la citada reunión, ha puesto de relieve que la situación general de la cuenca sigue estando marcada por la sequía, han destacado desde Emasagra, que en este sentido tiene en cuenta que Granada y su entorno no puede olvidar el contexto que hay a su alrededor, en referencia a este escenario territorial.
Se trata en definitiva de llegar en buenas condiciones al siguiente año hidrológico, con mejores datos que en el pasado ejercicio y en el inicio del actual, y a ser posible con "reservas suficientes para soportar un tiempo sin precipitaciones", por lo que Emasagra continuará con su campaña de concienciación 'Cada gota cuenta, cada gota importa', así como con iniciativas como la que planificada con el Ayuntamiento de Granada para la instalación de instalación de grifos de caudal limitado en centros escolares de la capital para ahorrar agua.
Hace poco más de un mes, la mejora en las reservas de los embalses ya planteaba un escenario de más optimismo pese a que en ese momento se mantenía el nivel de "alerta" por sequía. A 19 de marzo, el embalse de Canales, en Güéjar Sierra, con 70 hectómetros cúbicos de capacidad, contaba con 40,7 hectómetros cúbicos, esto es un 58,2 por ciento del total, mientras que el de Quéntar, también en el área metropolitana de Granada, estaba al 82,3 por ciento. Con una capacidad de 14 hectómetros cúbicos, tenía en esa fecha 11,1 almacenados.
Emasagra, según detalla en su web, presta sus servicios en 15 municipios como son Alhendín, Armilla, Cájar, Cenes de la Vega, Cúllar Vega, Churriana de la Vega, Gójar, Granada capital, Huétor Vega, La Zubia, Las Gabias, Ogíjares, Otura, Pinos Genil y Pulianas, con una población servida de más de 390.000 habitantes.
La CHG comunicó al Ayuntamiento de Granada que había activado el nivel de "alerta" ante la situación de sequía el pasado 8 de enero, según detalló días después el portavoz del equipo de gobierno municipal de Granada, Jorge Saavedra, quien informó sobre las medidas de concienciación y mejora de la red de abastecimiento contra la sequía en la capital granadina.
Este nivel sucedía al de "prealerta", que estaba activado desde 2022, y era previo al de "emergencia", que ahora, tras las lluvias, particularmente fuertes en Semana Santa, no está previsto que se active y sí habría tenido "consecuencias" para los vecinos y la ciudad en su conjunto.
Saavedra enfatizó en cualquier caso que el Ayuntamiento y Emasagra se habían "adelantado" a posibles derivadas de esta situación, en tanto ya anunciaron un "ambicioso" plan de resiliencia, que pasa a su vez por una inversión que alcanza en los próximos 15 años los 57 millones de euros.
El plan contemplaba actuaciones tanto en el funcionamiento del ciclo de agua potable y la recogida de la residual para que la red de abastecimiento sea "lo más eficiente posible" con medidas que abundan principalmente en la reducción de pérdidas y fugas en la red al mínimo.