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Viernes 22/11/2024
 

La Vertical

La hornacina del Cristo de los Tres Huevos

Una tórrida tarde se vislumbraba cuando un vecino de la calle García  Requena

  • Hornacina Cristo de Burgos. -

Una tórrida tarde se vislumbraba cuando un vecino de la calle García  Requena se acercó a su ventana para bajar la persiana, antes de que el sol  colonizara todo su salón.  

Observó a un señor, buscando algo que no atisba a acertar. El pobre está  sudando. Le hace señas desde su ventana, incluso, vocifera la recurrida frase:  ¿busca algo?, pero desde un tercero apenas se escuchaba el hilo de voz del  inquilino, tampoco quería despertar a sus vecinos de la plácida siesta. 

Decide ponerse una camiseta y bajar a la calle. Allí le explica el viandante  que intentaba localizar la hornacina del Cristo de Burgos o de los tres huevos,  porque un amigo suyo le había comentado que aquí la podría encontrar. 

Esa hornacina, con una sencilla reja de hierro donde se guarda un Cristo de  escayola, clavado en la cruz, que fue fijado en el año 1939, se trasladó a la plaza  de la Purísima Concepción en el año 2013. 

Decepcionado el señor por no poder encontrar la hornacina, se limitó a  agradecer la información y volverse hacia su vehículo porque tenía que volver  pronto a su localidad de origen. 

El vecino de esta calle reaccionó inmediatamente para señalarle que estaba  muy cerca de allí y se brindaba a acompañarle. En el camino le narró la leyenda  que circula por Jaén.  

Un cierto día un anciano fraile pidió albergue en esa humilde vivienda. Sus  moradores no se negaron y a pesar de su modesta situación le ofrecieron para  cenar tres huevos. El fraile degustó la comida que le habían puesto en la mesa y a  continuación decidió descansar en el huerto, dentro del patio de la morada. 

Al día siguiente, los dueños de la casa se percataron de la ausencia del fraile  y de los tres huevos que permanecían enteros en el plato. Pronto se cundió la  noticia y todos los vecinos pensaron que se había producido un milagro por parte  del fraile. 

Los propietarios decidieron exponerla para incitar permanente a la piedad y  oración a las generaciones venideras, pintando demás los tres huevos,  rememorando al Cristo de Burgos, al que el pueblo de Jaén le tiene una gran  veneración desde que en 1637 tuvo lugar el hecho prodigioso en la aldea de  Cabrilla, hoy Cabra del Santo Cristo, cuando un arriero conducía a Guadix una  cuadro con la reproducción de esa imagen y decidió pernoctar en el mesón de María 

Rienda, que obtiene la curación, por intercesión de tan preciado lienzo, de una  manquedad que sufría en su mano izquierda. Los vecinos ya no dejaron que saliese  el cuadro del municipio, que en poco tiempo se convirtió en centro de peregrinación.

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