El papel que los medios de comunicación desempeñan en cada acontecimiento que tiene lugar en nuestra Historia, tiene una relevancia que a veces no somos capaces de calibrar. En esta era de periodismo convertido en una sucesión de columnas de opinión y editoriales magnificados, sin ir más lejos asignan papeles de buenos o malos en cada conflicto; la línea editorial condiciona la opinión de los lectores, que pueden elegir entre consumir esos contenidos que le satisfacen o buscar los que le informen aún cuando entren en conflicto con su sistema de creencias. Incluso, en ocasiones, desentierran o renuevan relatos de conflictos que llevaban enquistados tantos años que ya no llamaban la atención del gran público: efectivamente, hoy vamos a hablar de la renovación del relato sobre Israel y Palestina, que además se aprovecha para blanquear un genocidio. La cuadratura del círculo, oiga.
Hace poco más de un año que un ataque de Hamas en territorio israelí (por decirlo de algún modo) costó la vida a más de 1500 personas, causó innumerables heridos y también supuso el secuestro de varios cientos de rehenes, muchos de ellos también fallecidos a la postre. La respuesta de Israel, a priori amparándose en el derecho a la legítima defensa, no se hizo esperar. No obstante, los ataques indiscriminados, los cortes de suministros a la población civil, la autorización de entrada de ayuda humanitaria a zonas concretas que luego eran atacadas y resultaban con miles de muertos palestinos, la vaga justificación de que “los terroristas podrían estar entre la población civil”... Si alguien no ve la operación de exterminio que Israel está llevando a cabo contra el pueblo palestino, es que directamente no está entendiendo nada de este conflicto. Una respuesta desproporcionada, sin duda alguna. Trasladando el caso a suelo patrio, ¿se imaginan que hubiésemos respondido al terrorismo de ETA con bombardeos masivos contra todo el pueblo vasco? Suena a barbaridad, pero es lo que está ocurriendo en Oriente Medio.
Repito, el papel de los medios es crucial cuando el conflicto de la ilegítima ocupación israelí sobre suelo palestino tiene más de setenta años y, bien por hastío o bien por edad y desconocimiento, el público en general ya no hacía caso e incluso ignoraba por completo que este enfrentamiento tuviera lugar. Actualmente, hay un alto porcentaje de la población hablando de una guerra de un año cuando se trata de una ocupación ilegítima, aunque auspiciada por la ONU y su gendarme, Estados Unidos, desde hace la friolera de 76 años. Y, por supuesto, el atentado de Hamas se ha utilizado para blanquear al invasor y condenar al invadido. Y, lo que es peor, disfrazar de derecho a la legítima defensa un genocidio en toda regla.
Teniendo en cuenta que no me creo que el ataque de Hamas pasara inadvertido para el Mosad israelí, a la sazón uno de los mejores cuerpos de inteligencia del mundo, y las continuas violaciones del Derecho Internacional en Conflictos Armados (DICA) que Israel está cometiendo (fósforo blanco, que es ilegal; ataques a hospitales y escuelas; ataque de zonas de ayuda humanitaria y un largo etcétera), creo que lo único que salva a Israel de una debida respuesta internacional es ser la sucursal norteamericana en Oriente Medio. Los que mandan en el mundo apoyan a los únicos villanos de esta historia. Los terroristas son los sionistas de Netanyahu. En España se condenaba por terrorismo a quienes repartían octavillas de un sindicato estudiantil durante la dictadura. En esta dictadura yankee, Israel tiene bula para cometer un genocidio e invadir el suelo que nunca fue suyo. Y claro, cuando Palestina ejerce el derecho a defenderse, se le llama terrorismo.
