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Miércoles 27/11/2024
 
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España

El futuro del tranvía se tambalea entre la crisis y el cambio político

El tranvía de Vélez Málaga corre el riesgo de cerrarse y el de Jaén está arrojando números rojos desde su puesta en marcha.

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Lo vendieron como la panacea del progreso, del desarrollo sostenible y de la integración de las poblaciones de la Bahía. Cuatro años después, la calle Real sigue sin terminar, las obras paralizadas por el TSJA y los tranvías en servicio en Andalucía, caso del de Vélez Málaga o el de Jaén, son deficitarios e incluso se habla de paralizar los servicios. Por un lado la crisis y por otro lado las mentiras o verdades a medias vendidas por los políticos acerca de un proyecto que incumple plazos, calidades y obras complementarias.

Hay quien ya se apresura a hablar de que con el PP gobernando en Chiclana y San Fernando el proyecto caerá en un cajón, pero no se habla de que el PP de Chiclana pidió un cambio de trazado y que la obra en La Isla ha sido declarada ilegal.

Para colmo de los colmos, en el caso de Vélez Málaga, que se convirtió en el primer tranvía moderno de Andalucía en 2006, puede quedarse parado a comienzos de julio si el Ayuntamiento no abona una deuda de 2 millones de euros que tiene con la empresa concesionaria del transporte, Travelsa. Es la segunda vez que la empresa da un ultimátum al Consistorio pero también la primera en la que plantea un expediente de regulación de empleo. La Junta se comprometió a paliar parte del déficit, pero la crisis es muy grande y no hay dinero ni para eso, por lo que el riesgo de paralizar el servicio está latente.

Lo mismo pasa en Jaén, donde se acusa a la Junta de Andalucía de no tener papeles sobre la obra, un caso similar al de San Fernando. En Jaén el Ayuntamiento no ha recepcionado la obra y ha denunciado acumulaciones de agua, problemas de drenajes, y rotondas en deterioro, así como la reordenación del tráfico o la falta de contratación de suministro eléctrico, algo así como lo que pasa en San Fernando, donde la solería se levanta, se rompe y las aguas se siguen acumulando en varias zonas y entre ellas ante la puerta del Hotel Roma, además de resaltar que los accesos a San Fernando están sin terminar y que muchas personas terminan “pasando” de La Isla ante la imposibilidad de llegar al centro, por lo que terminan circulando hacia Cádiz u otras poblaciones.

El ancho de vía, otro tema
Las vías instaladas en la calle Real para el tren tranvía cuentan con el denominado ancho ibérico (1668 mm), con una alimentación prevista de 750 y a 3.000 voltios.

La gran mayoría de los tranvías de España cuenta con ancho UIC o internacional (1.435 mm) y alimentación a 750 v o 1.500 voltios, siendo lo normal los 750 voltios.

En este caso se encuentran los tranvías de ciudades como Sevilla, Barcelona, Valencia, Málaga, Zaragoza, Bilbao, Alicante, Granada y Vélez Málaga, por lo que el de San Fernando está claro que “desentona” dentro de la medidas y condiciones propias del tranvía que se impone en España y en Europa.

El tranvía se ha convertido en una pesadilla para los ayuntamientos de Vélez Málaga y Jaén y las obras lo son también en San Fernando puesto que no acaban y ya acumulan un año de retraso.

Actualmente se llevan a cabo nuevas reparaciones sobre la solería de granito de la calle Real a todo lo largo de la céntrica vía, ya que la solería o se ha hundido, o levantado o roto tan sólo con el paso de vehículos, y ya se ha sido previsto por técnicos en la materia, que se levantará en gran parte cuando pase el tranvía, tan sólo como producto de la vibración del tren tranvía.

A todo esto hay que sumar el descalabro que ha supuesto en La Isla la obra para el tráfico rodado, algo que está causando un gran daño a los comercios de la calle Real y del centro de la ciudad.

Promesas en el aire
En 2007 Manuel María de Bernardo se presentaba a la Alcaldía con el convencimiento de que la obra del tranvía sería beneficiosa para San Fernando. Era un proyecto defendido por PA y PSOE y que contaba con la postura enfrentada de PP y los vecinos de Casco Histórico. El tiempo dio al traste con una consulta popular demandado por los vecinos y por el propio PP, que no se llegó a realizar, pero también ha hecho ver que una gran parte de las promesas ni se han cumplido ni se cumplirán.

Se habló de la recogida neumática de residuos sólidos, que no se ha trabajado nada. Se habló de un parking disuasorio en la Venta de Vargas y no se ha construido. Se habló del soterramiento de todo el cableado de la calle Real, y aunque se han realizado las canalizaciones, ahí siguen los cables y también muchos postes de madera, ya inútiles, aunque a pesar de ello afean la principal calle y constituyen todo un estorbo para el peatón. Tampoco se han realizado las obras de las calles perpendiculares y tampoco se ha tocado la Plaza del Rey, a la espera del aparcamiento subterráneo.

¿En septiembre a prueba?
El tren-tranvía de la Bahía, lo que constituye el primer prototipo se encuentra ya en la última fase del proceso de fabricación por parte de la empresa CAF Santana, que está desarrollando un modelo específico de acuerdo con las características requeridas por la Junta de Andalucía, de cara a que pueda circular también por las vías de Renfe. Son un total de siete unidades, de las cuáles la primera se espera recibir en el próximo mes de septiembre, al objeto de iniciar las primeras pruebas. Pruebas que aunque se anunció por parte del delegado provincial de Obras Públicas que se harán en otro sitios y en San Fernando, la realidad dice que sólo se pueden hacer en San Fernando y en las vías de Renfe, puesto que el resto de tranvías de Andalucía o España tienen ancho internacional de vía y no ancho ibérico, como tiene el de San Fernando, lo que obligará también a levantar toda la calle Real, cuando Renfe cambie el ancho de la vía al Internacional, toda vez que las traviesas colocadas en el desdoblamiento de la vía férrea permiten cambiar el ancho con el paso tan sólo de una máquina.

Por eso, hay muchos isleños que se preguntan no ya sólo por las condiciones del ancho de la vía o del paso del tren tranvía, sino por el final de una obra que parece nunca acabar y que tiene a la calle Real llena de vallas y operarios reponiendo la solería partida o levantada.

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