A dos metros de los dibujos otra puerta, la de la Trastienda, la hamburguesería que Manolo, así es como él se presentaba, regentaba. “Abrimos de 22.00 horas a cierre...” se puede leer todavía en la pizarra que hay sobre la puerta del establecimiento, uno de los escasos negocios en el que se podía comer de madrugada en esta zona de la ciudad, frecuentada de noche por miles de personas.
“A las cuatro de la mañana escuché ambulancias y eso”, explicó a este periódico una vecina. Sobre las doce y media de la noche un vecino vio la puerta del negocio medio abierta, algo poco frecuente los domingos porque ese día, junto a los lunes, cerraba por descanso. Una hora después la puerta seguía “encajada”, según este testigo, que asegura que no escuchó nada extraño esa noche.
El juez ha decretado el secreto de sumario sobre el caso. Mientras tanto la Policía Nacional seguía ayer investigando, sin descartar ninguna hipótesis. Ya han interrogado a nueve personas. Según Europa Press fueron unos amigos los que encontraron a Manolo “con signos de violencia” e incluso aseguran que observaron “una puñalada”.
Manolo era natural de Isla Cristina, pero desde hace varios años vivía en Sevilla. En Semana Santa abrió esta hamburguesería que decoró con algunas fotos de las vírgenes de las que era más devoto. “Estas hamburguesas son caseras, ¿eh?”, explicaba a los clientes los que siempre les daba algo de palique. Desesperaba mientras hacía la cuenta, pero siempre despedía con una tímida y generosa sonrisa.