Riera señala que su obra podría ser una novela de Salgari o de Jack London. “Cuando encontré la historia –recuerda–, su tirón de aventura me gustó, pero luego, cuando investigué, vi que apenas se sabía de Roig, y que la realidad acabó pesando más que lo que pudiera inventar el propio Roig”.
Joseph Roig fue capitán del ejército francés y sirvió como observador en la primera Guerra Mundial. En 1921, aceptó el cargo de director de las Líneas Aéreas Latécoère en Marruecos y, dos años después, el fundador de La Línea, Pierre-George Latécoère, le encargó reconocer el tramo Casablanca-Dakar, cruzando el entonces llamado Sahara español, para establecer una nueva línea aérea.
El punto de partida de La línea del desierto (RBA) son las memorias del propio Roig.
Para establecer la nueva línea aérea, Joseph Roig había negociado acuerdos con los jefes tribales en un territorio que estaba bajo mandato español y que, por tanto, escapaba al control de las autoridades francesas. Al ser incómodo para el empresario, Roig fue apartado de la línea. Sin embargo, la autora pudo constatar que “no fue un hombre rencoroso, pues decidió pasar página y se reincorporó al ejército francés, estuvo destinado en Argelia y se retiró a Francia”, en concreto a su localidad natal de Corbère du Nord, donde falleció en 1983.