Nada ha cambiado en Can Barça con la llegada del nuevo año, al que el líder invicto de la Liga dio la bienvenida en el Camp Nou dándose un nuevo homenaje (4-0), esta vez en el derbi ante el Espanyol, al que hoy arrolló sin piedad en una gran primera mitad.
Fue uno de los derbis más desiguales de los últimos años. Un monólogo azulgrana desde el minuto uno, un soliloquio del conjunto local, que tocó y tocó hasta volver loco al rival con un juego posicional en el que nadie parecía ocupar el sitio que le corresponde y todo el mundo llegaba en lugar de estar.
A los blanquiazules, acuciados por su delicada situación en la tabla, el balón les duraba un suspiro y el resto del tiempo lo empleaban persiguiendo sombras. Uno, dos, tres, cuatro goles. Y aun no se había llegado a la media hora.
Con Messi haciendo de Xavi, Xavi haciendo de Messi, Cesc haciendo de Iniesta y Pedro haciendo del Pedro de hace dos temporadas, cuando convertía en gol todo lo que tocaba.
A los 28 minutos, el Barça ya ganaba 4-0. Dos goles de tiralíneas culminados por Xavi y Pedro, uno tras una ruptura al espacio de Pedro y un pase en profundidad de un Sergio Busquets excelso, y otro de Messi, que transformó un penalti cuando menos discutible, porque en el contacto de Casilla con Fàbregas uno no sabe bien si es el meta el que llega tarde o el centrocampista quien provoca el choque.
La mejor versión del Barcelona, la del teórico once titular, el primero que repite Tito Vilanova en toda la temporada y el mismo que goleó al Levante a domicilio hace mes y medio, finiquitó el partido de la máxima rivalidad casi antes de empezar.
El Espanyol, con cinco exazulgranas en su alineación, timorato, acomplejado, agazapado atrás, sin rastro de la clase de Verdú, del desborde de Simao, tuvo no obstante una oportunidad de marcar con 2-0 en el marcador.
Fue una ocasión, la única clara la primera mitad, nacida prácticamente de la nada, un pelotazo de Casilla que se tragaron Puyol y Busquets y que acabó en las botas del escurridizo Sergio García, que precipitadamente envío el balón a las nubes en vez de templarlo para encarar a Valdés.
Con todo vendido se llegó al descanso. Y Aguirre debió decirle algo a sus hombres en el vestuario -quizá que no quería marcharse hoy del Camp Nou con una goleada de escándalo- porque el Espanyol salió bastante más agresivo tras la reanudación.
Al Barça, que había bajado el pistón en la recta final de la primera mitad, ya no llegaba con tanta facilidad, aunque seguía dominado el juego sin problemas, buscando la guinda de un quinto tanto y sin pasar apuros atrás.
Sergio García intentaba buscarse la vida en el área azulgrana, pero moría en cada intento. Y los locales aun tuvieron tiempo para engordar la cuenta.
A Pedro le anularon dos goles por dudoso fuera de juego y Messi envió una falta a la cruceta. Mientras, Stuani tuvo la única ocasión visitante en la segunda mitad, un mano a mano con Valdés que el meta azulgrana resolvió con acierto.