Un jurado popular formado por cinco mujeres y tres hombres determinó ayer de forma unánime que el Carcelero de Amstetten es culpable de todos los cargos que se le imputaban.
Culpable de asesinato por omisión de socorro, de esclavitud, de violación, de privación de libertad, de coacción
grave y de incesto.
Un veredicto que llegó tras un rápido juicio de sólo cuatro días en la Audiencia Provincial de Sankt Pölten, al oeste de Viena, que ha sido seguido en directo por la prensa de medio mundo.
Josef Fritzl, de 73 años, pasará, en principio, toda su vida internado. Primero, en una institución para delincuentes con problemas mentales, donde será sometido a terapia.
Posteriormente, si el tratamiento funciona y los controles periódicos que se le realizarán determinan que ha superado la grave alteración de la personalidad que padece, sería trasladado a una prisión convencional para seguir cumpliendo su condena.
Su internamiento en una institución psiquiátrica fue solicitado por la Fiscalía y recomendado por la psiquiatra que lo examinó, que diagnosticó un “gigantesco deseo de poder” y advirtió del riesgo de reincidencia.
Una patología que no fue óbice para que el condenado fuera considerado criminalmente responsable de sus actos.
Fritzl escuchó ayer con calma y sin ninguna muestra de emoción la lectura del veredicto y de la sentencia, según pudo presenciar Efe en la sala de la Audiencia que acogió el proceso durante cuatro días.
A preguntas de la juez que dirigió el proceso, el Carcelero de Amstetten aseguró comprender la pena que se le ha impuesto.
“La acepto”, afirmó, renunciando así a la posibilidad de recurrir la sentencia, que tampoco será apelada por la Fiscalía.
Por su parte, el abogado del ya condenado, Rudolf Mayer, calificó la sentencia como una “lógica consecuencia de una confesión ante 24 años de encierro y unas 3.000 violaciones”.
“Aparentemente, él mismo siente la pena como justa”, indicó el letrado en declaraciones al finalizar lo que en Austria califican como el Juicio del Siglo.
Fritzl ya confesó el pasado miércoles su culpabilidad de todos los cargos que se le imputaban, después de que el lunes hubiera negado los dos más graves, esclavitud y asesinato.
Este último se refiere a la muerte en abril de 1996, al poco de nacer, de uno de sus siete hijos nacidos en cautiverio.
Una muerte que, dijo el jurado, se debió a la negativa del condenado a facilitarle la ayuda médica necesaria durante las 66 horas que, según la Fiscalía, el recién nacido “luchó contra la muerte”.
La confesión de Fritzl llegó después de que el pasado martes visionara el vídeo con el testimonio incriminatorio de su hija, que estuvo también presente en la sala, según confirmó ayer el abogado de la defensa.
Algo, que según Mayer, acabó por “derrumbar” a Fritzl, que tras la sesión solicitó incluso asistencia psiquiátrica.
En la mañana de ayer, el Carcelero de Amstetten llegó a manifestar “su arrepentimiento de corazón” por lo que le hizo a su familia durante tantos años.
Esta contrición fue rechazada como mera estrategia tanto por la Fiscalía como por la acusación particular.
De hecho, la abogada de la hija Fritzl, Eva Plaz, envió al jurado un mensaje de su clienta: Elisabeth testificó por un motivo esencial, porque cree que se lo debe al bebé que falleció durante el cautiverio y porque quiere que Josef Fritzl “responda por su muerte”.
Según el código penal austríaco, el condenado podría teóricamente ser liberado después de 15 años, pero sólo si los peritajes psicológicos son positivos y si un tribunal de tres jueces da su visto bueno, algo que ante la “inimaginable crueldad” de Fritzl, como dijo el fiscal, parece poco probable.