Medio centenar de personas ha dejado hoy libros en los anaqueles de porcelana de la Plaza de España, convocados por las asociaciones culturales Fernando III y Ademán, que han convocado a la sociedad civil a este acto de fomento de la lectura y han elegido la plaza como "símbolo de la unidad nacional".
Como cada uno de los bancos de la Plaza de España -todos ellos flanqueados por anaqueles para conservar libros- está dedicado a una provincia española, los convocantes han elegido el banco dedicado a Gerona como punto central de la convocatoria, ya que el dedicado a Barcelona está vallado por la restauración de su azulejería.
El presidente de la asociación Ademán, Javier Compás, ha explicado a Efe que se ha elegido la Plaza de España por su simbología nacional y porque en su origen fue diseñada por el arquitecto Aníbal González, hace ahora cien años, como una biblioteca al aire libre, como otras glorietas del Parque de María Luisa que también tienen anaqueles de porcelana y azulejos.
De hecho, es el segundo intento en el plazo de un mes de recuperar esta función de la plaza, ya que el pasado 21 de agosto la editorial sevillana Punto Rojo dejó cientos de ejemplares de su fondo editorial en estos anaqueles para conmemorar el centenario del proyecto de la Plaza de España, monumento emblemático de la Exposición Iberoamericana de 1929.
De los libros depositados hace ahora dos semanas por Punto Rojo nada queda porque, pese a que llevaban una pegatina explicativa del intento de recuperar la plaza como biblioteca pública y libre, al día siguiente no quedaba ningún ejemplar y quienes se los han llevado o no los han leído todavía o no piensan devolverlos.
De hecho Javier Compás ha explicado que la idea originaria para la entrega de libros efectuada hoy estuvo en "la mala prensa" de Sevilla y los sevillanos en las redes sociales, donde habitualmente se les tilda de falta de civismo o de cosas peores.
"El de la falta de civismo es un problema, como poco, nacional, no solo de los sevillanos; hay problema de integración social, como demuestra que la gente se los lleve y no entienda que no se trata de algo 'gratis' sino de algo 'libre', que están ahí para tomarlos prestados o para intercambiarlos, y que ese es el espíritu de estos anaqueles", ha señalado Compás.
En efecto, Aníbal González, preocupado por la cultura y la alfabetización, diseñó su obra cumbre, la colosal Plaza de España, como un lugar de encuentro de un país avanzado, en el que los paseantes, cuando se sentaran a descansar o a disfrutar de su obra arquitectónica, con solo alargar el brazo pudieran hacerse con un libro para leer u hojear.
Cuando la Exposición Iberoamericana de 1929, los libros también duraron poco, y hay testimonios de gente de la época que señalan que jamás los vieron en las estanterías de cerámica.
Compás es optimista y asegura que esa imagen de falta de civismo puede "contrarrestarse" con iniciativas como la de hoy, y de hecho se ha sorprendido con el elevado número de participantes, medio centenar de vecinos de la ciudad que han asistido con bolsas repletas de libros, algunos con carritos de la compra, y que han distribuido sus volúmenes por los bancos, empezando por el de Gerona.
Los participantes, citados a la una de la tarde, han desafiado a un sol justiciero que daba de plano sobre el hemiciclo de la plaza, también sobre el banco de Gerona, pero han predominado las sonrisas sobre los sofocos a la hora de distribuir los cientos de volúmenes que han aportado.
Las asociaciones Ademán y Fernando III fueron también las convocantes, hace pocos años, del homenaje literario al poeta y prosista Agustín de Foxá en un centro cívico municipal, que, en última instancia, fue prohibido por una concejal de IU que entonces formaba parte del Gobierno municipal, por lo que el homenaje se celebró finalmente en la calle.