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Pescando frustración y rabia en Marruecos

Falta de acuerdo para el reparto del caladero entre los barcos españoles y marroquíes

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Indignación y rabia. Eso es casi lo único que, de momento, han traído en sus barcos los pescadores gaditanos que esta semana estrenan el nuevo acuerdo de pesca entre la UE y Marruecos y que hoy, por segundo día, han visto como sus compañeros marroquíes se negaban a compartir con ellos el caladero.

"Dicen que son sus aguas y no se mueven de ahí", ha contado A.B., un marinero marroquí que trabaja en uno de los nueve pesqueros de Barbate y Algeciras que esta madrugada han tenido que poner rumbo de regreso a España sin siquiera poder echar sus artes, ya encarnadas, al mar.

Este pescador, que lleva 20 años trabajando con pesqueros de Algeciras, ha hablado por radio con las tripulaciones de los barcos marroquíes, pero no ha podido convencerles de establecer, como en anteriores convenios, vías para repartirse el caladero.

"Algunos estaban dispuestos a hablar, pero otros se cierran en banda. Dicen que el fallo es habernos dejado trabajar allí en otros convenios", explica este pescador que, como el resto de sus compañeros, hoy tampoco cobrará nada por toda una noche de faena en la mar porque no ha habido pesca.

Los pescadores españoles aseguran que algún marinero marroquí les ha enseñado incluso desde su barco un cuchillo, haciendo gestos para darles a entender que si no se movían del sitio les cortarían las boyas.

"Acercaban sus barcos a los nuestros, nos hemos tenido que ir porque ya sólo falta que haya una colisión y nos arruinen los barcos, que los suyos son más grandes", explica otro.

La flota española acudió anoche al caladero después de que las autoridades, tras los primeros incidentes ocurridos en la madrugada de ayer en los que los barcos gaditanos perdieron cerca de cincuenta palangres, les aseguraran que una lancha marroquí estaría en el lugar para que el acuerdo de pesca, por el que Marruecos recibe 40 millones de euros anuales de la UE y los armadores, se cumpliera sin problemas.

"Estaba allí, pero cuando han llegado los marroquíes se han ido. No han hecho nada. Los marroquíes les han dicho que nosotros les habíamos insultado, pero es mentira", asegura otro pescador, como el resto, abatido por la frustración.

Todos ellos han regresado a puerto dispuestos a devolver las licencias de pesca por las que han estado esperando casi tres años, desde la ruptura del anterior acuerdo de pesca, pero una vez en puerto, tras una reunión, han decidido no hacerlo, para no seguir perdiendo el dinero que han invertido en las licencias.

El presidente de la Cofradía de Pescadores de Barbate, Alfonso Reyes, ha explicado que ya han transmitido a las autoridades españolas las matrículas de los cinco barcos marroquíes que han intervenido en los enfrentamientos.

"Me han asegurado que el gobierno marroquí iba a tomar medidas inmediatamente para hacer un seguimiento a estos barcos infractores. A ver si de una vez por todas podemos trabajar libremente, que es lo único que queremos", ha explicado.

"Lo que era ilusión, después de casi tres años de espera, se ha transformado en un conflicto. No esperábamos tener estos problemas", asegura el representante de los pescadores de Barbate.

Si paciencia infinita han tenido para esperar la puesta en marcha de este acuerdo, paciencia no les va a faltar ahora.

Por eso, después de tirar al mar del puerto de Barbate la carnada que se les ha echado a perder de madrugada, varios pesqueros han vuelto a preparar, otra vez, sus artes para echarse de nuevo a la mar y recorrer las 18 millas que les separan del caladero marroquí. Tres horas de navegación.

Lo hacen de día, sin haber dormido ni apenas calmado su enfado, porque necesitan pescar y porque saben que no encontrarán allí a los pescadores marroquíes, que no faenan por las tardes, cuando hay menos pesca.

Tampoco les encontrarán esta madrugada. "Para ellos mañana es día de rezo y no salen, igual tenemos que esperar a que llegue el Ramadam para pescar tranquilos", cuenta uno de los pescadores españoles antes de volver a echarse a la mar.

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