El estado de excepción en Bangkok y cinco provincias vecinas fue declarado por el primer ministro, Abhisit Vejjajiva, un día después de que las protestas forzaran la cancelación de la Cumbre asiática, que Tailandia organizó en la turística ciudad de Pattaya.
“El Gobierno ha tenido que decretar el estado de excepción para restaurar la normalidad lo antes posible”, dijo Vejjajiva al dar lectura al comunicado.
En respuesta a esa medida, cerca de medio centenar de camisetas rojas, llamados así por el color de las prendas que visten, sobrepasaron sin encontrar resistencia a los soldados que se suponía protegían el Ministerio del Interior, donde Vejajiva había anunciado minutos antes la entrada en vigor del estado de excepción.
Otros exaltados, provistos de palos y también armas de fuego, se abalanzaron sobre el coche oficial de Vejjajiva, aunque el Gobierno no aclaró si el primer ministro iba a bordo cuando se produjo el ataque.
Según el viceministro del Interior, Thaworn Senneam, el jefe del Gobierno sufrió una herida de carácter leve en uno de sus brazos y fue atendido por los médicos tras el incidente, durante el que un número indeterminado de manifestantes y policías resultaron heridos de bala.
El Ejército bloqueó todas las calles que conducen al Palacio del Rey, Bhumibol Adulyadej, ubicado a medio camino entre la parte vieja y la nueva de Bangkok, mientras las Fuerzas Armadas desplegaban unidades del Ejército de Tierra, Armada y la Fuerza Aérea en al menos otros cincuenta puntos de la metrópoli, así como en varios barrios de la periferia, indicó la Comandancia Suprema.
En torno a un millar de agentes antidisturbios, pertrechados con gases lacrimógenos, fueron enviados a las inmediaciones del Palacio de Gobierno, donde se situaron a escasa distancia de unos 10.000 activistas del Frente que bloquean los accesos al edificio, observó Efe.
Entretanto, grupos de camisetas rojas del Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura, plataforma política del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, se congregaron en torno a la sede del Gobierno, cuyos accesos bloquean desde hace dos semanas, y cerca de la Dirección General de la Policía y varios ministerios.
Shinawatra, depuesto por los militares en 2006 por un golpe de estado, vive exiliado desde que el año pasado fue condenado en rebeldía a dos años de prisión por un delito de abuso de poder.
Por otro lado, un grupo de manifestantes antigubernamentales se apoderó de dos vehículos blindados del Ejército apostados en las inmediaciones de uno de los mayores centros comerciales de la capital, de acuerdo a relatos de testigos recogidos por la radio.
En un mensaje emitido por una emisora de radio afín a los manifestantes, Jatuporn Promphan, uno de los más destacados cabecillas del Frente, instó a los camisetas rojas a salir a las calles de Bangkok para forzar la caída del Gobierno.
Jakraporn Penkair, ex ministro del gobierno de Shinawatra, señaló que los partidarios del Frente estaban preparados para “luchar contra el brutal Gobierno de cualquier forma posible”, y matizó que con la declaración del estado de excepción “Vejjajiva tiene los días contados”.
“Poned fin a las protestas. El Gobierno necesita aplicar las medidas recogidas en el decreto del estado de excepción para restablecer la paz en la nación”, dijo el gobernante en un discurso retransmitido a toda la nación por televisión y radio.
A primeras horas de ayer, la Policía detuvo a Arisman Poongruengrong, el principal cabecilla de los cerca de 300 manifestantes que la víspera asaltaron la sede donde debía celebrarse la Cumbre asiática, de la que los dirigentes de la región fueron evacuados en helicópteros desde la azotea de uno de los edificios.
Antes, en su aparición semanal en televisión, el primer ministro anunció que la Justicia había emitido órdenes de detención contra los cabecillas de las protesta antigubernamentales.
A finales del año pasado, lo detractores de Shinawatra, llamados los camisetas amarillas, ocuparon la sede gubernamental durante cuatro meses y bloquearon los dos aeropuertos de Bangkok por espacio de una semana.
Las protestas llegaron a su fin cuando el Tribunal Constitucional disolvió el Gobierno formado por aliados de Shinawatra, y propició de esta forma la elección del Vejjajiva como primer ministro en el Parlamento, gracias al apoyo de políticos tránsfugas.