La Navidad arcense de este año ha contado con un pregón oficial a su altura, propiciado por buen quehacer del mentor del acto, el poeta Antonio Murciano, por su atinado acierto a la hora de elegir al pregonero, el escritor y abogado jerezano Jesús Rodríguez Gómez.
Las primeras palabras de la velada fueron del secretario de la asociación organizadora, Antonio Bernal, quien aprovechó para agradecer una vez más a la parroquia de San Pedro de Arcos que haya prestado durante tantos años el templo para la celebración del pregón; no este, donde el acto se ha trasladado por primera vez al teatro Olivares Veas. La cita fue abierta por la coral polifónica gaditana Canticum Novum, iniciando su repertorio con clásicos europeos de Navidad: ‘La primera Navidad’ (tradicional de Inglaterra) y ‘Alegría en el mundo’ (G.F. Haendell).
A continuación tomó la palabra Antonio Murciano en nombre de la Asociación de Belenistas La Adoración, de la que es socio de honor. Descubrió el perfil profesional y humano del pregonero, que destaca en sus funciones de profesor, juez de primera instancia en El Puerto de Santa María y abogado, en primer lugar, en el bufete montado con su esposa. Más tarde fue juez decano en Jerez y adjunto a la presidencia de la abogacía española. Como literato, ha publicado ‘Ventanas: selección de artículos de prensa’ e incluso un libro de humor y uno de corte fantástico. Ha pregonado el Rosario de Rota, entre otras citas, o pronunciado charlas célebres como ‘El proceso de Jesús visto por un abogado de hoy’ que ofreció hace años en el colegio La Salle.
Jesús Rodríguez inició su pregón felicitando la todavía reciente declaración de la zambomba arcense Bien de Interés Cultural por parte de la Junta de Andalucía. Así, dedicó sus primeras palabras a la zambomba como parte del ritual navideño en los viejos patios, de la mano casi siempre de mujeres sencillas.
Curiosamente, pidió que no se produjeran ovaciones durante su pregón “porque el mejor aliento que puedo recibir es la intimidad que contrasta con lo que es Arcos en Navidad”.
Su fórmula narrativa comenzó describiendo un Arcos de puertas abiertas: “Toda la ciudad se convierte en un recinto vivo que no necesita ser pisado par derramar el fruto dulce y efímero de la felicidad. El ambiente anticipa el Carnaval vestido de claridad…”. A partir de ahí, habló de “La musa, el ángel y el duende” que se despiertan en el escritor, que reivindicó la prosa en medio de los versos que cada vez se imponen más en la descripción de los sentimientos.
Desde ahí, y ya en clave novelada, enmarcó el nacimiento de Cristo en un ambiente costumbrista y el paisaje monumental y geográfico de Arcos, para ofrecer unos retazos de la juventud de María, hablar del ritual de la boda y del papel de Zacarías, pero sobre todo del “milagro que comenzaba a gestar el vientre de María”; de las facetas profesional y doméstica de José y María, de cómo la mujer también en aquella época estaba relegada a un segundo plano en la escala de valores, para detenerse en la anunciación del ángel.
Su pregón viró a la poesía para dedicar bellas palabras a María: “Tu mirada un rocío, tu sonrisa la sombra de un pájaro”, y como buen juez puso sobre la mesa el imaginario proceso al embarazo anti natura de María y el escrupuloso protocolo del casamiento de José y María. Con ello, sin duda, el pregonero redescubrió uno de los episodios, tal vez, menos conocidos, de la vida del matrimonio al no ser narrada en la Biblia, sino en los libros apócrifos. Siguió con el viaje a Belén, el alumbramiento, con guiño al ambiente pastoril del campo, los frutos de la tierra y las fiestas judías y romanas, para entrar en el debate de si Jesús nació en verano o en diciembre como ha pasado a la historia. A un lado estas digresiones, comenzó a narrar el ambiente alegre, de algarabía, y cierta anarquía, que recuerda a aquellos grandes belenes infantiles, ingenuos, sin orden ni concierto.
Jesús Rodríguez redescubrió a los Reyes Magos como seres sabios en astronomía, en química…, que se dejaron guiar por una estrella, tal vez, que era una ilusión óptica. Y si ello fue designio de Dios, la estrella sería “una mala guía” por su poco acierto para conducir al Destino. El pregonero terminó abriendo la Luz de Jesús a los presentes.
Curioso, original y reflexivo pregón de Navidad que contó con el silencio demandado por el pregonero. De nuevo, las cálidas voces de la coral gaditana actuarían para cerrar la velada. Antes, los típicos y lógicos detalles al pregonero de manos de los belenistas y del alcalde de la ciudad, Isidoro Gambín, quien aprovechó la cita para desear a los presentes feliz Navidad.