El nuevo arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, ha iniciado su andadura episcopal en la capital catalana "con un corazón abierto y unos oídos atentos" hacia una tierra y una comunidad que tiene que empezar a conocer para amarla.
En su homilía en el acto de toma de posesión en la Catedral de Barcelona, en la que ha alternado castellano y catalán --procede de La Franja--, ante unas 2.500 personas, ha remarcado que ese camino lo quiere hacer "libre de prejuicios" y estar abierto a lo que vaya descubriendo siendo pastor de todos sin excluir a nadie.
Y para ello ha parafraseado un fragmento de Antoine de Saint-Exupéry: "Lo esencial es invisible a los ojos; lo que embellece al desierto es que en algún lugar esconde un pozo".
Ha agradecido al Papa Francisco el encomendarle el arzobispado, el trato de las diócesis en las que ha servido y a su antecesor en el cargo, el cardenal Lluís Martínez Sistach --quien en un parlamento previo le ha mostrado su afecto y disponibilidad--, del que ha remarcado que seguirá siendo un "icono viviente" en la iglesia barcelonesa.
"CODO A CODO"
Omella ha sostenido que el cargo que asume al frente de la Archidiócesis es muy grande, pero que no quiere que el miedo se apodere de él, por lo que ha pedido recorrer el camino "codo a codo" con los estamentos de la iglesia y los fieles barceloneses.
El nuevo arzobispo ha afirmado que evangelizar en la actualidad requiere una conversión y "no anclarse en viejos métodos o en ideologías mundanas", y ha subrayado que los últimos papas han llamado a comprometerse con los más pobres y necesitados.
Ha considerado que la Iglesia está llamada a salir de sí misma hacia las periferias, tanto geográficas como existenciales, ya que cuando no lo hace "se vuelve autorreferencial y entonces enferma".
"La Iglesia cuando se hace a sí misma el centro de su misión, pretende encerrar a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir. Se llega a creer que tiene luz propia y deja de ser 'mysterium lunae'. Cuando deja de hacerlo e intenta vivir de su propia luz, cae en la 'mundanidad espiritual', que es el peor mal que puede sobrevenir a la Iglesia", ha remarcado.
Ha abogado por tener siempre la mano tendida para ofrecer la paz y el perdón y para que nunca haya guerra ni divisiones: "Que trabajemos, con la ayuda de Dios, para erradicar en el mundo toda forma de violencia, terrorismo, injusticia y exclusión por razones ideológicas, raciales o religiosas".
59 CONCELEBRANTES
El acto litúrgico de toma de posesión ha sido presidido por el nuncio apostólico en España y Andorra, Renzo Fratini, y ha contado con 59 prelados concelebrantes, entre ellos el cardenal arzobispo de Valladolid y presidente de la CEE, Ricardo Blázquez; el cardenal Sistach; dos cardenales eméritos; 12 arzobispos; 25 obispos; ocho obispos eméritos; cinco obispos auxiliares; dos abades y un abad emérito.
También han asistido a la ceremonia de toma de posesión la delegada del Gobierno central en Catalunya, Llanos de Luna; el director general de Asuntos Religiosos de la Generalitat, Enric Vendrell; el director de la Policia, Albert Batlle; así como representantes de otras confesiones religiosas.