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Eugenio Griñán, toda una vida detras la cámara

Retrató el paso por Málaga de figuras como Frank Sinatra, John Lennon, Lola Flores o Estrellita Castro y atesora una colección de más de 600 cámaras

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  • Tiene más de 600 cámara -

El santuario de Eugenio Griñán en un modesto local de la Alameda de Capuchinos, número 10, es el sueño de cualquier amante de la fotografía, aunque lamentablemente no lo encontrará en las guías turísticas de Málaga. El que en su día fue su estudio se ha convertido en fiel custodio de más de medio siglo detrás del objetivo y todo un reflejo de la evolución de este arte gracias a una colección de más de 600 cámaras. Nacido en Albacete en 1940, aunque echó los dientes en la capital, lo suyo le viene de familia. Su abuelo ya se dedicaba al oficio y, como buen aprendiz, empezó a hacer sus pinitos con tan solo ocho años “acompañando a mi padre por las ferias”. Debutó con una ‘Retinete’, que conserva con mucho cariño y a los 16 años ya se ganaba la vida con ello, “aunque hoy en día parezca mentira”.

Lo mismo retrató bodas, bautizos y comuniones, “que era lo que de verdad daba dinero”, que capturó el paso por Málaga de figuras como Frank Sinatra, John Lennon, Geraldine Chaplin, Lola Flores, Rocío Dúrcal, Estrellita Castro o las primeras veces sobre las tablas de un jovencísimo Antonio Banderas. Una época dorada en la que Málaga ya era destino de las figuras de Hollywood y de la flor y nata del espectáculo o la cultura del momento.

Considerado uno de los primeros paparazzi de la época en Málaga, su trabajo apareció en revistas y diarios de la época como El Sol de España, Sur y colaboraba con las agencias Torremocha y Fiel. “Eran otros tiempos, se quedaba con las estrellas para hacer el reportaje, el personaje siempre estaba avisado y no se les persiguía ni nada de eso como ahora”, rememora. Pudo fotografiar, a pie de avión, a los reyes Baduino y Fabiola en una noche de lluvia intensa, “junto a la Guardia Civil y nadie nos decía nada”. Entre los recuerdos más preciados, ocupa un lugar importante Manuel España Lobo, primer corresponsal de TVE en Málaga. “Le acompañaba en el coche a algunos lugares y escuchaba sus historias, era muy joven y para mí fue todo un honor”, relata.

Un gran legado

Mientras nos enseña objetivos, fotómetros o proyectores de cine de 35 mm, Griñán lamenta conservar a puerta cerrada el fruto de tantos años de pasión. “Es una pena que se haga tanto caso siempre al de fuera”, lamenta. Aunque ofrece visitas privadas, abrir un museo en Málaga “para que no se pierda todo esto” sigue siendo su gran espinita. “Hay muchos museos con menos cámaras de las que yo tengo”, apostilla. Las primeras con las que trabajó profesionalmente son algunos de los tesoros de su colección, con piezas valiosas como Leicas o una cámara de estudio de 1900.

Con una inmensa colección de negativos de horas de trabajo y sudor, reconoce que le han faltado muchos por fotografiar. “Sí, claro, se me escapó Ava Gadner y me hubiera gustado mucho fotografiar a Orson Welles”, apunta. En sus últimos años de ejercicio no tuvo más que remedio que hacerse al digital, “gracias a dios me pilló al final de mi carrera”, admite bromeando, este fiel amante del analógico y el carrete de toda la vida.

Desde las linternas mágicas de 1900, pasando por la magia de las instantáneas de la Polaroid, a la inmediatez de las últimas cámaras digitales, el espacio nos permite recorrer la historia de la fotografía sin salir de Capuchinos. Hasta conserva el laboratorio de revelado “con los líquidos que usábamos entonces” y su apreciada ampliadora.

Un coleccionista de raza, fotógrafo de corazón y amante de una Málaga que no le dio a luz pero a la que conoce muy bien a través de su objetivo.

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