Ayer se cumplió un año de la entrada en la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) de la exalcaldesa socialista Pilar Sánchez para cumplir su condena de cuatro años y medio de prisión por el caso ‘PTA’. Un ‘annus horríbilis’ que realmente comenzó mucho antes, cuando Sánchez intentó por todos los medios evitar este extremo a base de recursos que no prosperaron. Finalmente, el 31 de enero 2016 y a última hora de la tarde se dirigía de forma voluntaria a la prisión sevillana. Lo hacía “fuerte y entera”, evitando así cualquier posibilidad de ser reclamada por la justicia y de enfrentarse a una detención en plena calle, como le ocurrió un año antes al exalcalde y el que fuera su socio de Gobierno, Pedro Pacheco, por el caso ‘asesores’.
Doce meses después, la alcaldesa se encuentra “perfectamente integrada” en la prisión sevillana, donde al poco tiempo de llegar empezó a dar clases de inglés y a preparar a las reclusas para sacarse el Graduado Escolar o las distintas pruebas de acceso para estudios superiores, según apuntan fuentes cercanas a su círculo de allegados. Tal es su “buen comportamiento” y lo “bien valorada” que está en la cárcel tanto por los funcionarios como por sus compañeras, añaden fuentes judiciales, que Pilar Sánchez tiene “muchas posibilidades” de que se le conceda un régimen recogido en el artículo 100.2 del reglamento penitenciario, que permite a los internos trabajar de lunes a viernes fuera de la prisión y regresar sólo a dormir, mientras que los fines de semana deben permanecer encarcelados. Al margen de que esta solicitud prospere, hasta octubre era el propio abogado de Sánchez, Juan Pedro Cosano, el que reconocía que a su patrocinada le habían denegado hasta en dos ocasiones ya el tercer grado.
“Físicamente está bien”
“Físicamente se conserva bien, y lo lleva bien, dentro de lo que implica estar privada de libertad pero tiene sus altibajos y sus momentos complicados”, señalan fuentes cercanas a su entorno. Sin lugar a dudas, uno de esos tragos más amargos que han “entristecido” a la exalcaldesa en un mes de diciembre que no ha sido fácil, pues ha supuesto las primeras navidades recluida en el centro penitenciaria y alejada de su familia, fue la muerte de su madre el 28 de diciembre. Un duro mazazo que se complicó aún más por las estrictas condiciones en las que pudo despedirse de ella y que en su círculo de amistades consideraron excesivas.
Y es que Sánchez pudo salir de de la prisión sevillana pero solo por unas horas para acudir al hospital de Jerez, pero no se le dio opción de estar presente en las exequias que se celebraron en la parroquia de San Juan de Ávila ni en el posterior entierro. Lo hizo además custodiada en todo momento por funcionarios policiales, ya que no dispone de ningún tipo de permiso penitenciario. “Estamos hablando de una mujer con una carrera, que ha sido alcaldesa de Jerez, no es una delincuente y la condena la está cumpliendo y pagando”, lamentan las mismas fuentes acerca del trato recibido en su única salida de la prisión hasta ahora. Por ello, ahora mismo el día a día de la que fuera alcaldesa entre 2005 y 2011 transcurre con la vista puesta en la resolución del permiso.
La que fuera también secretaria local del PSOE entró en prisión por delitos relacionados con la concesión de una subvención a una empresa para que se instalara en la ciudad. De esta forma, se convirtió en la segunda regidora en Jerez que era encarcelada, ya que el que fuera su socio de gobierno, ex líder del PA y alcalde de Jerez más de 20 años, Pedro Pacheco, cumple desde hace casi dos años y medio en Puerto III una pena de cinco años y medio de cárcel.