José Antonio Benítez
Carmen Iborra Narváez, Karmel, nació en Jerez, donde realizó sus primeros estudios y se adentró en el mundo de la comunicación; en primer lugar en la emisora local de la cadena de radio Onda Cero. Más tarde desfiló por las cadenas Cope y Cadena Cien, así como por distintas agencias de publicidad a las que prestó su inigualable y delicada voz. Desde hace diez años es y se siente una arcense más. Llegó a nuestra ciudad por motivos profesionales y personales. Es coach integral, terapeuta gestalt, hipnóloga clínica y monitora de mindfulness y de meditación en el género femenino, así como monitora de biodanza y terapeuta holística, además de experta en inteligencia emocional y en técnicas de relajación.
Desde la calle Algodonales atiende a diario a decenas de personas que han acudido a su asociación, Karmel Holistic, buscando una vida mejor que acabe con sus molestias físicas y emocionales. Evidentemente, detrás de este trabajo se esconde una importante formación, pero también una filosofía de vida. Su llegada a Arcos estuvo motivada por su deseo de encontrar un entorno tranquilo y seguro para desarrollar una profesión a la que llegó por razones bien fundamentadas, pues desde hacía tiempo arrastraba problemas de hernias discales. Entonces, decidió buscar una terapia alternativa alejada de la medicina tradicional, por lo que le llamó la atención el auge que, en este sentido, estaba alcanzando pilates como método para el bienestar físico y psíquico. No obstante, pilates es una disciplina que nació hace ya cien años de la mano del alemán Joseph Hubertus Pilates, un galardonado atleta que sufría varias enfermedades, entre ellas raquitismo. Con una metodología propia, basada en la combinación de ejercicio físico y otras técnicas, logró crear toda una filosofía de vida para ayudar a otros enfermos como él.
Así pues, pilates se desarrolla con el objetivo de estar mejor, así de simple. Carmen imparte clases que dan inicio con un calentamiento físico, a lo que sigue una serie de secuencias dinámicas y fluidas en función a la dolencia que registre el alumno, que nunca es paciente, ni cliente ni enfermo en este centro alternativo. Es decir, las clases son personalizadas. Sin embargo, recibir pilates debe ser una actividad constante, que incluso llega a enganchar. De hecho, quienes cuentan que lo han dejado, también atestiguan haber empeorado su salud.
Por unos instantes, desconectamos de nuestras emociones, de los problemas y avatares diarios, del estrés y de otros males que azotan la vida moderna. Es un trabajo físico y psíquico desde la conciencia de cada persona. “Es un equilibrio total, una búsqueda de la armonía”, nos explica Karmel, que gracias a su profesión ha logrado una amplia nómina de amistades, pues su condición de monitora le ha otorgado una gran complicidad con sus alumnos y alumnas. Su gran objetivo es devolver la calidad de vida a personas que, por un motivo u otro, la han perdido.
En el lado más personal, no descarta regresar algún día a los medios de comunicación que tanto ama, a pesar de que el sector atraviesa una de sus peores etapas por la situación económica del país y el constante cierre de empresas. También tuvo una efímera pero gratificante experiencia política en el extinto partido Ven-T, donde participó en varios proyectos.
Actualmente vive en El Portichuelo y admite tener poca vida social, aunque Arcos en sí le apasiona como ciudad de encantos monumentales y paisajísticos. No en vano, echa en falta un ambiente social más alternativo y vinculado a la cultura. Por lo pronto, con su intrínseca simpatía, nos recibirá con los brazos abiertos en su acogedor centro holístico, donde no falta detalle para sentirnos la mar de relajados.