Los propios afectados se sumarán al encuentro en el que esperan poder ver reconocidos sus derechos con una reincorporación laboral a alguna de las empresas auxiliares del metal. Se trataría “nada más de que se cumpla con lo que se acordó y se indica en una sentencia”, recuerdan los ex empleados.
Con la de hoy viernes serían cuatro las jornadas en las que estos cinco cabezas de familia han rechazado ingerir alimento como dramática medida de presión para encontrar una salida a una situación que se prolonga ya desde más hace dos años.
De hecho, durante el análisis sanitario a que se sometieron el pasado miércoles, dos de los concentrados mostraron un bajo nivel de azúcar en sangre. Esto ha incrementado la lógica preocupación de sus familiares que no se explican cómo se ha llegado a esto pero que no les abandonan en su reclamación.
Cada una de las cinco historias personales que se esconden bajo esta protesta tiene tintes de drama. Así, uno de los afectados, con hijos de uno y tres años, recuerda cómo “he llegado a vender cupones de la OID, en los que sacaba 30 céntimos en cada uno. El objetivo era sobrevivir”. Por eso el colectivo destaca que “sólo estamos pidiendo un trabajo que nos corresponde según lo firmado, nada más”.
Con respecto a que su situación sirva de pulso entre sindicatos y FECG, los ex empleados apuntan que “esta batalla no es la nuestra. Nos tenían que haber recolocado en el momento de la firma”.