Los dueños del bar, Mónica Crespo y Miguel Ángel Molinero, coincidieron en resaltar que en su establecimiento no se desarrollaban reuniones de ningún grupo opositor al alcalde, y de hecho recalcaron que en el pueblo no existía un grupo organizado con tal fin.
Mónica Crespo, preguntada por el momento en que se enteró de la muerte del alcalde, dijo que se encontraba en el bar, donde también había varios cazadores, e insistió en que “es mentira” que allí hubiera risas o jolgorio al conocer la trágica noticia, tal y como afirmó en la sesión de anteayer otro testigo.
Reconoció tener problemas con el alcalde, pero siempre por motivos de gestión municipal, como la tasa establecida por el Ayuntamiento para cada mesa de la terraza de su bar, y comentó que al conocer la desaparición del edil y que el médico vasco Iñaki Bidegaín había visto su coche la noche anterior, porque su mujer se lo contó, se acercó a un agente de la Guardia Civil y se lo dijo.
Su marido, Miguel Ángel Molinero, ha reiterado que en su establecimiento “no se celebró nada” el día en que se enteraron de la muerte de Miguel Grima, con quien al llegar al pueblo tenían una “buena relación de amistad” pero que con el tiempo “se fue deteriorando”.