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El latín y el griego reivindican su importancia ante la nueva ley educativa

Los docentes rechazan incluir contenidos en una única asignatura en cuarto de ESO como propone Educación

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  • Excavación en el yacimiento romano de Baelo Claudia. -

La batalla emprendida por un grupo de alumnas del instituto Néstor Almendros, de Tomares, en Sevilla, para reclamar su derecho a cursar griego ha puesto el foco sobre la creciente desaparición de la asignatura en la oferta educativa. Una reciente encuesta de la Sociedad Española de Estudios Clásicos concluye que uno de cada tres centros de Sevilla ha suprimido su estudio. “El problema está en que se ha dado carta blanca a las direcciones para organizar la docencia”, afirma el catedrático de Filología Griega de la Universidad de Cádiz Rafael Gallé. “Si en los equipos hay gente sensible, se ha favorecido; pero si quien toma decisiones considera que se trata de una lengua muerta, no”, agrega. Hasta 2014, el Bachillerato de Humanidades contemplaba la obligación de impartir dos años de griego, pero ahora es una troncal optativa en primero y segundo. Si no hay suficientes estudiantes, no se oferta. “Hay profesores que tratan de desmotivar a los alumnos”, denuncia Gallé.

Manuel López, presidente de la Federación Andaluza de Estudios Clásicos (FAEC), lamenta que, con esta normativa, “no se habría permitido a Sócrates pasear por Atenas” con su reducido pero selecto grupo de discípulos. “En la práctica, hoy se está conculcando el derecho a la libre elección”, remarca, y advierte de que se puede dar el caso en pequeñas poblaciones de que solo puedas satisfacer tus inquietudes matriculándote en un centro de otra localidad.

“Vamos de disparate en disparate”, exclama al otro lado del teléfono José Maestre, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Cádiz y presidente Nacional de la Sociedad de Estudios Latinos.  El último es reciente. En una reunión telemática celebrada el pasado jueves 18 de marzo entre técnicos del Ministerio de Educación con la plataforma Escuela con Clásicos se planteó la posibilidad de ofrecer en cuarto de secundaria, en el marco de la nueva ley educativa, “una asignatura más abierta de contenidos” y, por lo tanto, “más atractiva para los estudiantes”, que, bajo la denominación de “Lenguas y culturas de la antigüedad, incluyera latín, pero también una introducción al griego, aspectos literarios y otros relacionados con el plurilingüismo y los fundamentos del lenguaje científico”.

Maestre rechaza de plano la propuesta. En primer lugar, porque tanto la LOE como la Lomloe, conocida como Ley Celaá, cuando se acordó que todos los estudiantes de Humanidades y Ciencias Sociales tuvieran una introducción a la lengua madre de las distintas lenguas romances de nuestro país tanto si iban a cursar después del Bachillerato como si no. Por otro lado, “se está invitando a despojar la asignatura de su contenido eminentemente lingüístico, cuando el objetivo de su estudio es precisamente contribuir al desarrollo de la competencia lingüística” que mejora el dominio de la lengua española y facilita el aprendizaje de otros idiomas. Y, finalmente, advierte de que convertir el latín en optativa “aumenta el riesgo de que corran las plazas de un profesorado de Secundaria ya bastante castigado”.

Maestre lamenta este nuevo ataque pese a que la lucha va en el sentido contrario, con la reivindicación del valor patrimonial del latín, el griego y la cultura clásica tras la aprobación en el Congreso de los Diputados en febrero de 2019 una proposición no de ley para que el Gobierno solicitara junto con otros países que la Unesco declare esas disciplinas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

“La enseñanza no puede estar determinada únicamente por criterios economicistas”, subraya, al tiempo que defiende la necesidad de incluir en otros estudios como la medicina y la comunicación audiovisual la etimología o la oratoria.

“Si conocemos de donde venimos, evitaremos cometer los mismos errores”

Emilio Flor no lo tiene claro. “Tal vez no hemos sabido transmitir a las autoridades educativas la importancia de la enseñanza de la cultura clásica o quizá hay demasiadas asignaturas para elegir”, reflexiona.

La cuestión es que hoy nadie cuestiona que hay que estudiar la literatura inglesa del siglo XVI pero ni tan siquiera se está de acuerdo en la necesidad de impartir latín de forma obligatoria al menos un año. Pese a que es clave.

“Ahí empezó todo”, apunta el director de Grupo Balbo Teatro. “No se trata únicamente de enseñar los aspectos lingüisticos, sino también la cultura, las costumbres, la arquitectura, la política, de formar el espíritu, en definitiva”, agrega, y defiende que, “si estudiamos de dónde venimos, evitaremos errores y valoraremos aspectos positivos como la libertad”.

Flor eligió el teatro como “instrumento formidable para formarnos como ciudadanos, trabajar en equipo y adquirir valores como la solidaridad” partiendo de los textos grecolatinos. Durante 47 años, la actividad, desempeñada de manera desinteresada, le ha reportado premios y alegrías. Pero se queda con todos y cada uno de los 16 viajes a Roma que permitieron a los jóvenes integrantes del grupo recrear un desfile militar en la Vía Sacra, simular luchas en el anfiteatro o pronunciar un discurso en la Curia.

“Muchos de esos chicos no habían viajado antes” y nunca han olvidado la experiencia. “Durante estos años, hemos tenido que pagar autobuses entre todos, hemos dormido en gimnasios y hemos comido muchos bocadillos de mortadela, pero hemos sido felices”, rememora.

Por ello, defiende, frente al individualismo imperante, el ocio creativo, la divulgación de la cultura clásica y su estudio. “El profesorado es el primero que debe creer en todo ello; las administraciones tienen que darnos la oportunidad de demostrarlo. Esto resurgirá”, asegura convencido. 

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