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Sábado 23/11/2024
 
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Huelva

Sin wifi no hay paraíso

Hacer una compra online, ver una serie en una plataforma o llamar a un hospital es ciencia ficción para los 130 vecinos de Castañuelo, una aldea de Aracena

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  • Una vecina de Castañuelo con su móvil. -

Hacer una compra online, ver una serie en una plataforma o llamar a un hospital es ciencia ficción para los 130 vecinos de Castañuelo (Huelva), una aldea en la que hasta el aviso para la vacuna contra la covid se ha perdido, y donde los vecinos, hartos, han creado una plataforma para dejar de ser tratados como ciudadanos de segunda en temas de comunicación.

En la aldea hay vecinos que hace años que tienen su casa como segundas residencias y todos se han agrupado en torno a la plataforma, que gestiona Rubén García, que explica que la situación de incomunicación es tal que incluso “me tengo que ir a las afueras del pueblo o a Aracena -el pueblo del que depende la aldea- para tener la cobertura necesaria.

De hecho, la imagen de vecinos accediendo a las zonas altas del pueblo no es extraña si quieren tener “por lo menos un puntito de cobertura”, como lamenta Noelia Moya, estudiante de Educación Infantil que cuando llegó el confinamiento, “tenía que subir a la montaña para poder conectar el zoom y tener las clases, con el portátil cargado a tope, llegando la noche en mitad del campo para poder estudiar”.

En realidad, casi cada vecino del pueblo tiene una historia distinta de lo que le supone vivir en en el siglo XXI con cobertura nula, pero el caso de Laura Vázquez llama la atención, porque no se había vacunado contra la covid, “si no es porque una persona en el hospital conocía a un familiar y al final vinieron a buscarme, pero el mensaje con la cita para la vacunación nunca lo recibí”.

Remedios González tiene casi el mismo testimonio, y a ella le pusieron la vacuna tras localizar desde el hospital a una cuñada, pero cuando tiene una cita médica, que es telefónica desde marzo, “me tengo que ir a la parte alta del pueblo y pasar allí la mañana esperando la llamada, y la última vez tuve que llamar tres veces para poder tener una cita”.

“Por favor, que nos escuchen, que estamos hablando con razón”, ruega Remedios, mientras, a su lado, Consuelo Sevilla explica que su marido, operado del corazón, hace más de dos años que no recibe citas para hacerse análisis, sin saber si o bien no les han dado cita o la cita que les han enviado vía SMS se ha perdido, y todo ello “en un sitio en el que vivimos muy a gusto, porque cuando voy a algún sitio estoy deseando volver”.

Para Rubén García, la situación es insostenible desde todos los puntos de vista, con empresas de turismo rural que no pueden hacer gestiones, “gente que vendría al pueblo y no viene, y un atraso que no termina de solucionarse cuando se está dando mucho dinero para cosas como estas”, y cuando piden ayuda al Ayuntamiento de Aracena o cualquier administración, “nos dicen que están trabajando en ello, y lo que queremos que nos digan es cuándo se va a solucionar”.

Para el portavoz de los vecinos, “a los políticos se les llena la boca de hablar de la España vaciada, de despoblación, y aquí habrá unos 20 jóvenes que van empezando a hacer su vida, y aquí no hay quien monte un negocio o se instale para trabajar online, y todo parece encaminado a la despoblación de este sitio y a su desaparición”.

“Castañuelo también es Aracena, y merecemos inversiones”, lamenta, citando que el Gobierno de España ha repartido fondos europeos para la conexión digital rural por valor de 150 millones de euros “sin que el Ayuntamiento de Aracena haya conseguido un solo euro para resolver esta situación”.

Algunos vecinos, incluso, han ofrecido sus terrenos gratuitamente para la instalación de la infraestructura necesaria, “puesto que una empresa privada solo se mueve por la rentabilidad, y es la Administración la que tiene que estar ahí cuando el mercado no responde, que para eso tiene un presupuesto, al igual que han hecho ayuntamientos como el del Castaño del Robledo”, un lugar con unas características similares.

Con ese ambiente, Castañuelo parece el sitio idílico recogido en cualquier novela victoriana para vivir alejado del ruido, aunque a solo diez minutos de Aracena, pero si sigue incomunicado con la España digital corre el riesgo cierto de desaparecer, y a eso no se resignan unos vecinos que quieren visitar sus campos para pasear y respirar, no para encontrar un hilo de cobertura mínima que les permita conectarse con el resto del mundo. 

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