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Viernes 27/12/2024
 

A(Em)prendiendo

Objetivos

Aunque ya ha pasado Nochevieja para hacer los propósitos para el Año Nuevo, todavía estamos a tiempo de escribir la carta a los Reyes Magos

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Aunque ya ha pasado Nochevieja para hacer los propósitos para el Año Nuevo, todavía estamos a tiempo de escribir la carta a los Reyes Magos, y pedirles lo que queremos conseguir en los próximos meses. A veces propongo en alguna clase de los grupos que están para terminar sus estudios que escriban tres objetivos profesionales que les haría ilusión conseguir en los próximos años. Para contextualizarlos en el término ilusión les digo que piensen en cuando eran pequeños y escribían su carta a los Reyes Magos, y les pregunto si la siguen escribiendo. La inmensa mayoría me miran con una cara que refleja una mezcla de incredulidad y condescendencia, dando a entender que ya no están en esa etapa de la vida.

Se suelen quedar en la primera definición de ilusión de la RAE: “concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos”. Piensan que ya son mayores para dejarse llevar por ella y, como a nadie le gusta auto-engañarse, la ilusión suele quedar relegada. No suelen llegar a la segunda definición de ilusión: “esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo”, que tiene como sinónimos al anhelo, la esperanza, el deseo, la confianza y la fe. Otra pandemia silenciosa parece haberse extendido sin que aparezca en los medios y sin vacunas, la de la falta de ilusión y confianza. Parece que si no pedimos lo que queremos al menos no hay desilusiones, y para evitar una posible desilusión se prefiere no tener ninguna. Es como si por el miedo a perder la salud se prefiriera no tenerla. Muy lógico todo.

Por otra parte, establecer objetivos no es fácil, implica elegir y priorizar, y también descartar. Supone concretar lo que se quiere conseguir, organizar los recursos disponibles y buscar los necesarios para alcanzarlos, y que se pueda evaluar en qué medida se van consiguiendo. 

Sin tener objetivos claros no se puede dirigir y pierde todo el sentido hablar de eficacia y eficiencia. Muchas veces se busca lograr objetivos y hacerlo de la forma más barata y rápida posible, y se olvida que antes hay que valorar si esos objetivos son los adecuados. No vale establecerlos de forma genérica y abstracta: mejorar, impulsar, trabajar. Los objetivos deben ser específicos, concretos, cuantificables y medibles, retadores pero alcanzables y definidos en el tiempo. Deben ser realistas, pero deben entusiasmarnos e ilusionarnos. Ojalá elijamos bien nuestros objetivos y nunca perdamos la ilusión. 

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