Ya desde las siete de la tarde, cuando tiene lugar el besapiés, la pequeña iglesia de San Juan va adquiriendo esa atmósfera tan particular y propia de los momentos solemnes y especiales. Decenas de fieles han ido pasando por el templo para ser partícipes de esta tarde tan íntima y diferente dentro de la Semana Santa de Alcalá.
En torno a las nueve de la noche, todo el ceremonial que rodea la salida del Santísimo Cristo de la Salud portado por los fieles en andas, la procesión de las antorchas y el silencio de la comitiva que acompaña a la talla por las calles San Blas, Albaicín, Plaza Baja… hasta la fortaleza de la Mota y regreso, recrea una experiencia de honda emotividad, en la que cientos de alcalaínos recorren las catorce estaciones de esta vía dolorosa por algunos de los rincones más genuinos de los viejos arrabales.
Noche de devoción y de oración para revivir y rememorar en nuestra ciudad los momentos vividos por Jesús desde su prendimiento hasta su crucifixión y sepultura, en una jornada de Miércoles Santo en la que nuestra Semana de Pasión asciende y camina por las entrañas de la solitaria Fortaleza.