El aniversario es, según el diccionario, el día en que se cumplen años de algún suceso. Los cumpleaños y los aniversarios de bodas son los más comunes de celebrar. El aniversario por antonomasia, es el centenario. Cien años es una fecha clave, marca un siglo y dificilmente una persona puede alcanzar esta efemérides, motivo por el cual el centenario es la fecha propia de conmemoración.
A partir del centenario surgen otros aniversarios conmemorativos, la mitad, es decir el cincuenta aniversario, y la cuarta parte, los veinticinco años; lo que llamamos Bodas de Oro y Bodas de Plata, sumando tres Bodas de Plata nos da el 75 aniversario, que hay quienes también lo celebran.
Dicen que los aniversarios tienen sus nombres por que, se supone, es el material con el que se deben hacer los regalos, los materiales van progresando desde los más frágiles hasta los más sólidos según avance el tiempo y según la mucha o poca importancia del aniversario. Así , hay quienes, de cinco en cinco, califican Bodas de Papel al primer año; de Madera a los 10; de Porcelana a los 15; de Cristal a los 20, de Plata a los 25; de Perlas a los 30; de Coral a los 35; de Rubí a los 40; de Zafiro a los 45; de Oro a los 50; de Esmeralda a los 55, etc, etc, hasta los 75 años. A partir del centenario los tiempo de celebración comienzan a alargarse para centrarse, principalmente en los 150 años y en la acumulación de siglos,- bicentenario, tricentenario, cuarto centenario, quinto centenario,..- hasta llegar al milenio.
Estamos viviendo una época muy propicia para los aniversarios, por un lado el aprovechamiento que se hace de los mismos comercialmente y, por otro, lo dado que somos a una celebración. Cada cierto tiempo aparece un aniversario que justifique todo tipo de celebraciones tanto religiosas como civiles.
Nos parece que hace poco que celebramos el quinto centenario del descubrimiento de América, con aquella recordada Expo del 92 y de aquí a nada habrá quien piense en celebrar el 25 años de la Expo. Hemos dejado atrás el 2.000 aniversario del nacimiento de Cristo y ya estamos inmersos en la celebración del bicentenario de las Cortes de Cádiz y, en poco años, concretamente en el 2014, Jerez conmemorará los 750 años de la reconquista de nuestra ciudad.
A nivel local en este 2010 que estamos iniciando se conmemora el 450 aniversario del fallecimiento del insigne explorador y conquistador Alvar Núñez Cabeza de Vaca; el 400 aniversario del copatronazgo de la Virgen del Socorro sobre la ciudad; el bicentenario del fallecimiento de la venerable religiosa jerezana María Antonia de Jesús Tirado, el 150 aniversario de las primeras lámparas de gas en las vías públicas de la ciudad; y el centenario del nacimiento del afamado pintor y cartelista jerezano Manuel Muñoz Cebriá.
Son aniversarios que tienen como referencia el siglo o el medio siglo y son efemérides relativas a hechos y personajes dignos de recordar por cuanto suponen a nivel local, pero cuando se habla de otros aniversarios como los décimos aniversarios, quintos aniversarios, el cuarenta y cinco aniversario y cosas por el estilo no son más que buscar justificación a lo injustificable con el fin de llevar a cabo una celebración pública que no debería trascender del ámbito de lo privado. En una sociedad tan dada a la celebración, donde existe un verdadero afán por justificar una fiesta, lo festivo no hay que argumentarlo ya que forma parte de nuestra cultura.
Hace falta que los aniversarios recobren su sentido y su justa medida para que, como tanto se ha repetido estos días, lo extraordinario no se convierta en ordinario.
Para celebrar siempre hay un motivo, cada instante de nuestra vida es de por si una propia celebración, pero entonces ¿ para cuando dejamos los aniversarios?
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