Nadie tiene capacidad para mantenerse limpio tanto tiempo, igual que pasa con los calcetines, y algunos han echado morro para mirar para otro lado y seguir en el machito. Sigue hablando mi amigo, no me achaquéis nada. Mientras el pueblo me reclame, seguiré, dice el de turno, que suelen tener la misma mentalidad que las chinches con el agua hirviendo. Hay que tener poca inteligencia para discurrir de esta manera convencidos de que su eficacia es necesaria a la comunidad. La democracia está hecha para todo lo contrario, para aprovechar las gracias de todos en una sucesión sanadora de la moral y renovadora de la eficacia. Lo cual la hace más provechosa y al tiempo más justa. Además que se engañan a sí mismos, que es la forma más poco inteligente de morder el anzuelo: ellos mismos han creado esas condiciones en la masa para que se dé la inercia del seguir como estamos. No es tonto mi amigo, además de entendido en masas, que regentó una tahona según creo en el tardofranquismo. Yo creo que la malicia es más una cuestión de inteligencia, que algunos están ya agarrados con óxido a la silla y lo solucionan ascendiendo al negocio de Madrid.
Convéncete, pues, que no eres imprescindible, ni aunque te lo digan todos los días tus alguaciles, y deja los trastos del gobierno en otras manos, que harás un gran favor a tu comunidad. Pero hay gente que no entran por esto, no sé por qué será. Aquí suele perder la paciencia mi amigo el panadero y levanta el tono, que no me gusta porque hay que ser más sutiles. Predomina en nuestras leyes y reglamentos el miedo a que no se encuentren alicientes para ofrecerse a cargos, pero una mano tan abierta parece demasiado. La corrupción está entonces a la vuelta de la esquina, como lo está si aguantas el cambio de agua de tus peces hasta el infinito, que empezarán sus barriguillas a ponerse moradas. Algún cargo se enfadará al oírme y confirmará así lo que digo. Todo esto mi amigo.
Alguien habrá que convenga que repita, le rebato yo conciliador, pero no logro convencerlo. Da a la cabeza pensativo y noto cómo se desmorona su semblante. Al que le coja con este ambiente legal en que nos movemos en las recién estrenadas libertades hispanas, va apañado para tiempo indefinido si le toca un censo mayoritariamente cateto que se acostumbra con facilidad a lo cómodo y no tiene capacidad de crítica. Se pueden presentar con el mismo jerifalte en las puertas mismas del juicio final. No me quedan ganas de replicar y me quedo contemplando el panorama de ayuntamientos en nuestra modélica apertura para acabar callando, no sea que se remuevan los pozos municipales todavía haciendo la digestión. Pobre democracia aplaudida como oficina de empleo. Nadie informa de Marbella. Mejor no hablar mucho de todo esto y supongo que igual pasa en el país, que se ve cómo todos andamos apagados.