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Desde la Bahía

Reflexiones vacacionales

Olvidémonos de todo, progreso, redes sociales, medios de comunicación, inteligencias diferentes a la nuestra etc. Volvamos por un momento a la poesía

Publicado: 02/07/2023 ·
17:56
· Actualizado: 02/07/2023 · 17:56
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Como el ser humano en la actualidad ha exagerado tanto su empatía, se han traspasado los límites de lo justo, razonable y verdadero, aunque haya leyes que defiendan esta hipertrofia de sentimientos hacía todo ser vivo. La angustia vital y el ocio irracional pasan su factura de ansiedad, depresión, pereza, derechos sin límites y alguna pequeña isla de deberes que debemos llevar a cabo. La libertad no te hace empático, sino luchador, no te da derechos, hay que ganarlos y solo se consigue esto último cumpliendo nuestros deberes. No venimos de ninguna especie de mono que exista hoy día. No somos evolución de ellos, solamente hemos tenido un antepasado en común, que hemos compartido con los simios actuales, incluidos los chimpancés, a modo de familiares lejanos, de los cuales nos distanciamos e independizamos.

Cuando el campesino era la experiencia máxima en meteorología y los animales anidaban en sentidos diferentes, según como fuera a ser la variedad climatológica, la inclemencia del tiempo la vivíamos con encanto y esperanza y siempre teníamos, como buen adivino en la manga de su indumentaria, una imagen bendecida a quien pedir la solución del problema atmosférico. Pero uno queda atrás cuando te sobrepasan en la carrera unas piernas más jóvenes y ya no hay posibilidad de irreversibilidad, ni de alcanzar el pódium en la meta. El “hombre del tiempo” es ahora un tecnócrata, con planing de curvas líneas y rectas “flechitas” que nos hablan de litros por metro cuadrado y de olas de elevadas temperaturas o catástrofes acaecidas o futuras. Rota la esperanza, rota la creencia, el ser humano se enrosca en sus ideas y las guarda en paisajes recónditos e inhabitables de su cerebro.

Nos sobrepasa en la actualidad el progreso científico -que no el humano- y aquel hombre o mujer que se dio por primera vez cuenta que los hechos por el vividos se olvidaban con el tiempo, perdiendo la posibilidad de comunicarlos a su descendencia, ideó y “echó mano” de la primera “inteligencia artificial” el pergamino o cualquier otro objeto donde pudiera grabar unos signos que le recordaran lo acontecido en cada momento. Nace el libro y el tiempo le da categoría de eterno, pero siempre limitado por la mano humana a la que obedece con la pulcritud de un soldado. Estamos en “tiempos progresistas”, según nuestros políticos, de romper con los moldes del pasado, algunos de ellos con pie de barro y la técnica actual supera y desprecia todo lo anterior a ella. No hay escala jerárquica.  El cerebro muestra su enorme debilidad para retener sabiduría y pensamientos, si se compàra con las redes sociales. La inteligencia artificial actual supera al billón de células neuronales. El planeta está cambiando su rumbo, sin que conozcamos sus coordenadas.

La tierra tiene 4.500 millones de años de existencia. Los humanos con las características anatómicas actuales -el homo sapiens, sapiens- solo existe entre 300/200 mil años. De verdad, ¿quién creó el planeta lo hizo pensando en nosotros? ¿Por qué ese enorme espacio de tiempo sin relevancia humana alguna? Demasiados años pensándolo. Tan difíciles éramos ante la mano del creador, que precisó tanto tiempo en hacer nuestro molde. ¿Estamos solos? Dentro de unos 5.500 millones  años la tierra será absorbida por el sol. Hace dos mil años, habitó la tierra el que decía ser Hijo de Dios. Desde entonces ninguna otra señal, no seamos ilusos, imaginativos o absurdos y mucho menos ignorantes. La presencia de Dios solo es verdadera si se da para todos, no para pequeños grupúsculos. De otra forma no es comprensible, ni justa.

Olvidémonos de todo, progreso, redes sociales, medios de comunicación, inteligencias diferentes a la nuestra etc. Volvamos por un momento a la poesía, incluso al romanticismo. Decía Becquer: Lo que el salvaje con torpe mano/hace de un tronco a su capricho un dios/y luego ante su obra se arrodilla/eso hicimos tú y yo. Independiente de la finalidad amorosa del poema, hay una lección muy importante en esta rima. Dios no es coger una rama, arcilla, mármol o granito y hacer una imagen que, aunque luego se bendiga, debemos saber muy bien que solo es un icono de nuestra fe. Este es nuestro defecto universal y crónico, rendirnos a lo material, aunque venga precedido de una loa de gran descubrimiento o divinidad, perdiendo la creencia en nuestras inconmensurables posibilidades, si estamos apartados de la Babel técnica actual. Fe en si mismo y en quién nos creó es lo que nos falta.

Hemos paseado estos días por toda la ciudad a la Virgen del Carmen. Necesitamos ver la imagen por las calles para acercarnos a ella, lo que da lugar a críticas desde punto de vista religioso de todo tipo, porque después, y lo puede comprobar cualquiera, durante los demás días del año se cuentan con bastante facilidad el número de personas que ante su altar se arrodilla. Empatía, exageraciones, fiesta, fe. Quizás de todo, pero no olvidar que no solo hay que arrodillarse ante una obra escultórica, que representa a Dios o su Madre, sino corresponder a la doctrina de Cristo si queremos ser correspondidos y no olvidados.

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