Corría marzo de 2018 cuando la señora
María Jesús Montero lideraba, por encargo de su presidenta, una lucha férrea por una financiación justa para los andaluces. Una defensa sacada de una chistera y, a la vez, que servía de preludio de unas nuevas elecciones autonómicas. Muy pronto lo urgente y lo inmediato dejaría de ser lo importante e imprescindible. ¡Las cosas que tiene la vida! Aunque nada parecía haber cambiado, algo sí que había alterado los planes de la titular de Hacienda.
Titular o suplente, vaya usted a saber quién dirigía a quién por aquel entonces.
Todos saben de qué les hablo.
Había que exigir al Gobierno de España que esta tierra, y por ende sus ciudadanos, recibiera lo que en justicia le correspondía para poder financiar su sanidad, educación y servicios fundamentales. Al menos así lo recoge, aún hoy, nuestro
Estatuto de Autonomía y
la propia Constitución en su primer artículo:
“España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la IGUALDAD y el pluralismo político”.
Pues bien, todo aquello quedó en el olvido. ¿Cree que tenemos demencia senil? No, aún no. Al menos, no todos.
Somos muchos los que aún recordamos los ocho meses de comisión parlamentaria, su dictamen final y aquella puesta en escena. También nos acordamos de la
utilización de la mentira como vehículo promocional político para auparse junto a Sánchez como su mano derecha. Perdón por lo de “derecha”, pero es la costumbre que a veces se hace ley.
Hoy ya nada importa. Los Puigdemont y Cía. la han convencido muy rápido de que todo lo que dijo y, más grave aún, lideró y aprobó en sede parlamentaria,
no era más que una montaña de falsas y tomaduras de pelo a los andaluces. Lástima que en cinco años no haya podido convocar aquel Consejo de Política Fiscal y Financiera que tanto reclamaba y que le podría haber hecho cumplir con su palabra: la de
reformar el sistema de financiación autonómica, donde también se incluyera la nueva financiación municipal. Eso le habría hecho recuperar algo de credibilidad,
pero no ha tenido tiempo.
Eso sí, “en cero coma” ha obedecido las instrucciones de los que nunca conseguirán la independencia, pero que sí seguirán utilizando ese mantra para convencerla a ella y a su Gobierno de que, al menos,
es posible la independencia económica… porque “la pela es la pela”. Y de esta forma conseguir
amarrarse al Consejo de Ministros a cambio de fulminar aquel pensamiento filosófico que dice que la
convergencia y la igualdad de oportunidades entre todos los españoles es posible.
* Juan Marín es exvicepresidente de la Junta y actual presidente del Consejo Económico y Social de Andalucía