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Lo que queda del día

¿Quién es ahora el Antonio Saldaña del Gobierno del PP en Jerez?

Había más peso en aquel ejecutivo frente a las adversidades, que en éste que acaba de cumplir un año con viento a favor y sobre el que pesan tantas dudas

Publicado: 22/06/2024 ·
12:59
· Actualizado: 22/06/2024 · 12:59
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  • Pelayo y Saldaña en un acto en Jerez hace varios años -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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Poco después de las elecciones municipales de 2015, el PP de Jerez decidió entregar el testigo de la dirección del partido a Antonio Saldaña. Fue una decisión tan inevitable como precipitada, aunque eso es otra historia que quedará para siempre en los registros de la política ficción.   

Para la puesta en escena del relevo de María José García-Pelayo, por quien había sido su mano derecha y pieza fundamental de su gobierno durante los últimos años, se convocó un desayuno bien poblado de cámaras y micrófonos. La ocasión lo merecía y Saldaña, que nunca dio margen a la improvisación cuando cada ocasión lo merecía -el discurso ante Rajoy, hilado por el “Eppur si muove” de Galileo, sigue siendo de lo más inteligente que se ha pronunciado en un acto político en años en la ciudad-, habló aquel día de su experiencia al lado de Pelayo, de su proyecto político, de los romanos y de otro de sus grandes referentes a la hora de asumir el reto, José Ignacio Landaluce.

Pero aquel día, por encima de los discursos de agradecimiento, las referencias y los retos de futuro, sobresalió una pregunta. La enunció David Gallardo, de Canal Sur -hay que reconocérselo-: “¿Quién será el Antonio Saldaña de Antonio Saldaña?”.

La cuestión tenía todo el sentido y hasta un doble sentido que no escapaba a nadie, aunque eso sea también otra historia, y bien documentada dentro de la política no ficción. Saldaña no atinó a contestarla, más allá de lo políticamente correcto. Pero es ahora, al propio PP, cuando se cumple un año de su vuelta al gobierno, a quien hay que volver a hacerle la misma pregunta: ¿Quién es el Antonio Saldaña de María José García-Pelayo en esta nueva etapa?

Dudo que le puedan dar respuesta, y no por mermar los méritos de Agustín Muñoz o Jaime Espinar, que ostentan en apariencia la función del entonces portavoz de los populares, sino por todo lo demás que se echa en falta de aquel Gobierno, más político que técnico, más decidido que contemplativo, pero, sobre todo, más seguro de sí mismo, a partir del propio ritmo de acción que imprimía Saldaña al día a día y a los objetivos marcados para rescatar a la ciudad del desastre en que se encontraba inmersa, tanto a nivel municipal como a causa de la crisis del ladrillo.

A aquel gobierno se lo terminó llevando por delante el 15M y la nueva política, igual que al de Mamen Sánchez la nefasta gestión de otro Sánchez, Pedro, pero en términos equiparativos había más peso y más poso en aquel ejecutivo popular frente a las adversidades, que en éste que acaba de cumplir un año con supuesto viento a favor y sobre el que pesan tantas dudas, más preocupado por el escaparate que por poner orden en el almacén, y que hasta ahora se ha limitado a seguir desarrollando los proyectos planeados por el anterior gobierno, buscar la bendición de la Junta con proyectos a medio y largo plazo -el hub aeronáutico y la Ciudad de la Justicia- y salvar varias bolas de partido con un dinero del que a ver si dispone, como tampoco dispone de presupuesto propio un año después.

Por otro lado, sus recientes y constantes apelaciones a la calma y a evitar la confrontación política, pueden estar bien como leit motiv para un fin de semana de retiro espiritual y puesta en común, pero no dejan de ser mensajes instrumentales, inofensivos y ajenos a la gestión del día a día, que, hasta el momento, tampoco da para engordar el currículum de un gobierno al que sólo le salva una oposición centrada en la crítica y la denuncia, pero no en aportar soluciones, lo que aleja o dificulta la percepción de una alternativa de futuro. Puede que a José Antonio Díaz le funcionen muy bien sus vídeos del apocalipsis en redes sociales, pero no basta con proclamar a los cuatro vientos que “el milenarismo va a llegar”, por mucho que haya empezado la cuenta atrás.

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