EEn el año 27, el ilustrísimo y confundidísimo Sr Don Ortega y Gasset publicó, en el diario El Sol, su “Ideario Vegetativo”, en el que hacía una descripción y calificación del andaluz como “holgazán” y “vive la vida”.Casi cien años después, y sobretodo tras la imagen que vende Franco al turismo, describiendo nuestra Andalucía como el paraíso del vino y la guitarra, el San Benito de vividor y flojo, ya no hay quien nos lo quite.Pues bien, de etiquetas va la cosa.
Cierto día, una mente privilegiada, como la de los dos anteriores, inventa el término “Capillita”, para etiquetar a un determinado personaje y asignar una serie de cualidades y calificativos a cierto colectivo de personas, haciendo uso del término en tono burlesco y despectivo. La historia tiene su similitud. Una mente intelectual y creativa se cree con el derecho a poder definir lo que ignora profundamente, y la mala voluntad de los frustrados se encarga del resto. Unos rasgos de etnicidad o identidad que en el caso del Andaluz podría ser, por ejemplo, el traje de corto y en el caso del Capillita el traje oscuro, con el gorro o el escudo en la solapa respectivamente. Unos rasgos de personalidad en los que predomina, para los portadores de la razón absoluta, el ridículo, y un destierro total de la grandeza que, verdaderamente, guardan ambos personajes, porque, seguro que si Ortega y Gasset hubiese sido más prudente, a la hora de escribir “La rebelión de las Masas” no se hubiese tenido que arrepentir al conocer la rebelión de los hombres andaluces explotados y quemados, por esto, en “Casas Viejas”, y si el que se refiere al “Capillita” en tono despectivo y despreciativo supiese de verdad que son, en la mayoría que conozco, personas entregadas a una pasión, que lo mismo limpian una varilla que piden en la puerta de un Supermercado un paquete de arroz para ayudar a los pobres, quizás se plantearían qué son y que hacen ellos por el mundo y en el.
Yo ruego, impetuosamente, que me llamen el “Capillita” porque, igual que estoy orgulloso de pertenecer a un país de emigrantes y trabajadores de la tierra, Andalucía, amo profundamente todo lo que refiere el término “Capillita”, y si pasión y entrega, trabajo y lucha son los verdaderos términos que debieran definir al “Andaluz” y al “Capillita”, me parece que el ridículo lo hacen otros.
Cierto día, una mente privilegiada, como la de los dos anteriores, inventa el término “Capillita”, para etiquetar a un determinado personaje y asignar una serie de cualidades y calificativos a cierto colectivo de personas, haciendo uso del término en tono burlesco y despectivo. La historia tiene su similitud. Una mente intelectual y creativa se cree con el derecho a poder definir lo que ignora profundamente, y la mala voluntad de los frustrados se encarga del resto. Unos rasgos de etnicidad o identidad que en el caso del Andaluz podría ser, por ejemplo, el traje de corto y en el caso del Capillita el traje oscuro, con el gorro o el escudo en la solapa respectivamente. Unos rasgos de personalidad en los que predomina, para los portadores de la razón absoluta, el ridículo, y un destierro total de la grandeza que, verdaderamente, guardan ambos personajes, porque, seguro que si Ortega y Gasset hubiese sido más prudente, a la hora de escribir “La rebelión de las Masas” no se hubiese tenido que arrepentir al conocer la rebelión de los hombres andaluces explotados y quemados, por esto, en “Casas Viejas”, y si el que se refiere al “Capillita” en tono despectivo y despreciativo supiese de verdad que son, en la mayoría que conozco, personas entregadas a una pasión, que lo mismo limpian una varilla que piden en la puerta de un Supermercado un paquete de arroz para ayudar a los pobres, quizás se plantearían qué son y que hacen ellos por el mundo y en el.
Yo ruego, impetuosamente, que me llamen el “Capillita” porque, igual que estoy orgulloso de pertenecer a un país de emigrantes y trabajadores de la tierra, Andalucía, amo profundamente todo lo que refiere el término “Capillita”, y si pasión y entrega, trabajo y lucha son los verdaderos términos que debieran definir al “Andaluz” y al “Capillita”, me parece que el ridículo lo hacen otros.
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