Sentarse a ver una película canadiense, ignorando la Eurocopa y tras una intensa jornada laboral, no parece el mejor de los planes pero siempre es aconsejable escuchar las recomendaciones de los amigos, sobre todo si éstas se producen durante horas de charla con un manillar y mucho esfuerzo entre unas manos que luego sostendrán una(s) cerveza(s).
La sugerencia de Gabriel, el mejor sherpa del Aljarafe y alrededores, me llevó a bucear por un canal de pago en el que, en ocasiones, invierto más tiempo buscando que contemplando el final de mi rastreo. La estación de llegada fue, en este caso, Testament y no me estoy refiriendo a la banda estadounidense de trash metal sino al largometraje de apenas dos horas protagonizado Rémy Girard quien encarna el papel de Jean Michel Bouchard, un escritor carente de fe en la humanidad que decide tomar las riendas de su vida durante su estancia en una controvertida residencia de mayores.
Antes se decía: tranquilo, no te voy a destripar la película; ahora es no te voy a hacer spoiler, pues ni lo uno ni lo otro. Sólo les dejo una maravillosa reflexión de nuestro entrañable protagonista en ese elogiable filme: “de vez en cuando hay que hacer actos gratuitos de bondad. Son los que hacen la vida soportable para uno mismo y para los demás”. Tiene razón.
Ayudar a la gente sin interés alguno sienta bien, muy bien. No se trata de empatizar con el problema sino de ayudar a resolverlo o, al menos, intentarlo. Hacer el bien aporta felicidad aunque, hoy día, cuesta bastante trabajito encontrar a estos filántropos. Dejando al margen el paréntesis de la pandemia, que supuso un tsunami solidario de superproducción, resulta complejo ver en la calle esos pequeños actos de bondad salvo que sean los días de Mariah Carey.
Vamos a lo nuestro como burros con anteojera. Incluso, la desconfianza en el entorno hace que nos alejemos de la fraternidad. Es sencillo encontrar argumentos para ser insolidario. Es lo fácil. Que vemos a unos jóvenes tratando de conseguir unas perrillas si logran abonar a algún despistado a una ONG, pues salimos por peteneras bajo la excusa de una mañana complicada que no lo es tanto. Como decía Michael Jackson en Man in the Mirror para cambiar el mundo hay que empezar por el hombre del espejo. Si quieres hacer del mundo un lugar mejor, mírate a ti mismo aunque él, verdaderamente, no lo consiguió.