Con la misma técnica publicista con la que una agencia de viajes nos reclama la atención, poniendo en su escaparate la foto de la playa paradisiaca que todos deseamos, comienzo yo este artículo, porque sé que este título enganchará al lector, ya que la madrugá es el tema de moda en los mentideros cofrades. La madrugá, el tema del que todos deseamos hablar.
Los hay que hablan de la madrugá rememorando, con nostalgia y ansia, a la vez, ese momento mágico y emotivo donde el católico reflexiona y reza al Señor, antes de que muera por nosotros. Y lo hace tras haber vivido esa eucaristía del Jueves Santo que conmemora la Santa Cena de nuestro Señor, y que nos lleva a la liturgia del Viernes Santo. Otros refieren la madrugá como ese, primer y más importante, momento del Triduo Sacro, que nos empuja a emprender el camino glorioso hacia Pentecostés. Algunos, los más lunáticos, entre los que me incluyo, nos encomendamos a la luna de Nissan, del calendario hebreo, henchida de amores y de gozos, por la pasión de nuestro Señor Jesucristo, para vivir su muerte como nuestro mayor fracaso, para pedirle Perdón por nuestros pecados, para coger nuestra cruz y seguirle en la madrugá.
Lo cierto es que, entre tantos y variados temas de conversación sobre la madrugá, encontramos hasta quienes se plantean si el tejaillo, o toldo ese, que han puesto en el palillero, aguantará la humedad del intervalo entre las cofradías que pasan en la madrugá, pero para eso habrá que consultar a un físico de tribunas experto en comodidades. ¡Bueno!, y si es por temas diversos, están hasta los que hablan de que si los niños van a aguantar o no, porque en carnavales aguantan hasta las cinco de la mañana porque están disfrazados, pero sin esa motivación…Yo no sé como mis padres consiguieron que yo, con dos o tres añitos, ya saliese de penitente en el Perdón, seguramente me llevaron a un psicólogo infantil motivador…
En fin, Serafín, lo único cierto y verdadero es que Cristo, Señoras y Señores, ha venido a morir de nuevo, lo hará en la luna llena del mes de los judíos, así que cojan una vela y hagan su vía-crucis tras el Cristo del Perdón, porque, aunque no haya nadie en las tribunas o en las calles, acuérdense de que Él no tuvo a nadie en la madrugá del huerto, cuando entregó su vida por nosotros, y además, y no me digan a mí que no es para madrugá, nos acompañaran los dolores de la más grande, la Virgen del Rosario.
Los hay que hablan de la madrugá rememorando, con nostalgia y ansia, a la vez, ese momento mágico y emotivo donde el católico reflexiona y reza al Señor, antes de que muera por nosotros. Y lo hace tras haber vivido esa eucaristía del Jueves Santo que conmemora la Santa Cena de nuestro Señor, y que nos lleva a la liturgia del Viernes Santo. Otros refieren la madrugá como ese, primer y más importante, momento del Triduo Sacro, que nos empuja a emprender el camino glorioso hacia Pentecostés. Algunos, los más lunáticos, entre los que me incluyo, nos encomendamos a la luna de Nissan, del calendario hebreo, henchida de amores y de gozos, por la pasión de nuestro Señor Jesucristo, para vivir su muerte como nuestro mayor fracaso, para pedirle Perdón por nuestros pecados, para coger nuestra cruz y seguirle en la madrugá.
Lo cierto es que, entre tantos y variados temas de conversación sobre la madrugá, encontramos hasta quienes se plantean si el tejaillo, o toldo ese, que han puesto en el palillero, aguantará la humedad del intervalo entre las cofradías que pasan en la madrugá, pero para eso habrá que consultar a un físico de tribunas experto en comodidades. ¡Bueno!, y si es por temas diversos, están hasta los que hablan de que si los niños van a aguantar o no, porque en carnavales aguantan hasta las cinco de la mañana porque están disfrazados, pero sin esa motivación…Yo no sé como mis padres consiguieron que yo, con dos o tres añitos, ya saliese de penitente en el Perdón, seguramente me llevaron a un psicólogo infantil motivador…
En fin, Serafín, lo único cierto y verdadero es que Cristo, Señoras y Señores, ha venido a morir de nuevo, lo hará en la luna llena del mes de los judíos, así que cojan una vela y hagan su vía-crucis tras el Cristo del Perdón, porque, aunque no haya nadie en las tribunas o en las calles, acuérdense de que Él no tuvo a nadie en la madrugá del huerto, cuando entregó su vida por nosotros, y además, y no me digan a mí que no es para madrugá, nos acompañaran los dolores de la más grande, la Virgen del Rosario.
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