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Lunes 09/09/2024
 

Granada

Mariana Pineda, sin embargo

Patricia Guerrero ha escogido a Mariana, una heroína sin querer, una mujer joven y también luchadora, perteneciente a esa Granada no casposa...

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  • Momento de la representación de Mariana Pineda

Federico García Lorca decía que había múltiples Marianas, la Mariana heroica, la Mariana enamorada, la Mariana madre, la Mariana bordadora, como también en Lorca encontramos a infinidad de Federicos. No solo la clasificación fácil de Federico poeta, Federico dramaturgo o Federico musical: sino que encontramos un Federico en cada persona que lo lee, en cada mujer o en cada hombre que asimila su verso, en cada creador que lo interpreta… y estamos hablando de miles, de millones de personas en todo el mundo, pues quizá Lorca sea el poeta más universal de habla hispana. Una prueba de ello la tenemos todos los veranos en el teatro del Generalife cuando, desde 2002, se viene representando la visión personal de un nutrido grupo de artistas hasta hacerlo infinito. En años alternos, los años pares, este reto lo asume el Ballet Flamenco de Andalucía, bajo el director o la directora de turno. Como quiera que la dirección del Ballet ha recaído esta temporada en una granadina, inquieta, profesional, comprometida, soñadora, como es la bailarina y coreógrafa Patricia Guerrero, la obra le ha venido como anillo al dedo. Patricia ha escogido a Mariana, una heroína sin querer, una mujer joven y también luchadora, perteneciente a esa Granada no casposa (que también existe).

Mariana, obra estrenada en el día de ayer, 3 de agosto, con un patio de butacas rebosante, es una obra a medida, como digo, aunque llena de sin embargos. Aparte de la excelente música, dirigida por Agustín Diassera (percusiones) y Dani de Morón (guitarra) y de los grandes cantaores, muy compenetrados entre sí, Amparo Lagares, Manuel de Ginés y Sergio ‘el Colorao’, el espectáculo brilló por su simbolismo y eficacia. Sin embargo, no sé por  qué, los músicos estaban en el foso, no solo fuera de la vista, sino de espaldas al público, aunque así atiendan a la obra y despejan el escenario, pierden protagonismo y se desvirtúa la frescura de la música en directo.

Comenzando con un prólogo de mujeres ‘reales’ del Albaicín, que componen cestas de flores y resumen la historia, la obra se divide en tres intensas partes (con varias estampas cada una), en las que se cuece el drama. No es teatro, es ballet y es flamenco, por lo cual se requiere estar familiarizado con el suceso y conocer algo el devenir de la trama. Patricia ha tenido un gran acierto en contar con granadinos para el elenco, pero no porque sean de Granada, sino porque han demostrado con creces su valía. Claudia, en concreto, protagonizó algunos de los momentos más canasteros de la noche. Hay que destacar la precisión del cuerpo de baile, del pueblo, que, como todo pueblo viste de neutro y se convierte en masa, masa indignada y rebelde contra la opresión. Buenas coreografías, grandes coordinaciones, sin embargo, se abusa del baile encogido. Destaca sobre todo el papel de Alfonso Losa, como Alcalde del Crimen de Granada, y su exacto zapateado; destaca igualmente Eduardo Leal, como capitán Liberal y enamorado de Mariana. Ambos se marcan sendos pasos a dos con Patricia, que pasan por ser dos de los momentos estelares de la función. Y aquí entra el simbolismo, la sutileza de Patricia, en que todo aparece pero no se evidencia, como los diálogos con palmas, como el amor, como la acusación de Pedrosa, como la ejecución de Mariana.

Otro aplauso sin paliativos lo merece el vestuario, tan conseguido, creado por el granadino Pablo Árbol, que nos sitúa en el siglo diecinueve, sin embargo, a veces, las ballenas del miriñaque dificultan y afean el baile.

Así, a través de seguiriyas, soleares (cercanas al romance), soleá por bulerías, nanas (entonadas por la misma Patricia) y cantes mineros se va desarrollando un espectáculo tan conocido como novedoso: un espectáculo de memoria; una lucha por la ley, la igualdad y la libertad, que es lo que significa Mariana Pineda. Una obra que cuando llegue a su fin, a final de agosto, será redondo; Mariana volverá a formar parte de nuestras vidas; la visión feminista de Patricia será evidente; la historia nuevamente se revelara, sin embargo, el simbolismo de mayor compromiso, la piedra angular de la obra de Federico y de la terrible historia de nuestro pasado, como es la bandera tricolor, es sustituida por un paño morado, que viene a ser como caminar bajo la lluvia sin siquiera mojarse.

EQUIPO ARTÍSTICO

Dirección artística y coreografía: Patricia Guerrero

Dramaturgia: Alberto Conejero

Dirección musical: Agustín Diassera y Dani De Morón

Composición musical: Agustín Diassera, Dani De Morón y Sergio ‘el Colorao’

Letras: Federico García Lorca (de su obra “Mariana Pineda. Romance popular en tres estampas”. 1925)

Arreglos musicales: Trío Clásico Manuel Busto

Adaptación de las letras: Alberto Conejero.

Adaptación musical de las letras: Sergio ‘el Colorao’

Artista invitado: Alfonso Losa

Repetidor: Eduardo Leal

Cuerpo de baile: Agustín Barajas, Álvaro Aguilera, Ángel Fariña, Araceli Muñoz, Blanca Lorente, Claudia ‘la Debla’, Cristina Soler, Hugo Aguilar, Jasiel Nahin, Lucía ‘la Bronce’, María Carrasco, Pablo Egea y Sofía Suárez.

Cante: Amparo Lagares, Manuel de Ginés y Sergio ‘el Colorao’

Guitarra: Dani de Morón, Jesús Rodríguez y José Luis Medina

Percusión: David Chupete

EQUIPO TÉCNICO

Diseño vestuario: Pablo Árbol

Diseño iluminación: Juan Gómez Cornejo

Diseño escenografía: Bengoa Vázquez y Laura Ordás

Diseño espacio sonoro: Rafael Pipió (Bésame Music Producciones)

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