Estoy hasta las narices de elecciones y aún no han sido.
Me recuerdan demasiado los corrillos de criticones, como para verles el mérito de intentar maniobrar al país y siempre me traen a la mente a mi amiga de la facultad , que, en los años ochenta votó a un partido que ganó y llevaba en la mochila el programa político , para tener la satisfacción de ver cuando dejaban de cumplirlo.
Hay gente para todo, de eso no hay duda, porque acabo de hablar con una, que dice que para qué vamos a trabajar las mujeres, que supongo que es más o menos el mismo discurso de la época franquista y la razón por la que a muchas se les conminó a irse a casa , a cuidar de sus hijos.
El otro día , en un cumpleaños, una chica menor de treinta, casada y con tres hijos , me dijo que para qué iba a estudiar o prepararse , cuando con su prole ya le valía y pensé , “que buen trabajo hizo el publicista que nos vendió esa idea, clavada en nuestro código genético”.
Yo no me indigno , porque me salen arrugas y la leche se me agria , lo más que hago es cabrearme y renegar , que eso es más sano y barato, en tiempos, como estos, en que hay veces que no entiendo nada, de la vida en general… De la búsqueda de los vaqueros que adelgacen , de los ojos miopes que ven, de las mamas extra grandes con soportes de silicona para batir un record Guiness o de gravar la explosión del barrillo más grande jamás perforado.
Miles de mujeres son maltratadas por sus parejas y a veces las matan, sean chicas jóvenes o mujeres en edad de jubilación, después hay juicios o el culpable se suicida y los niños se quedan en cogida en centros, como la niña de la abogada que quiso , siempre presuntamente, matar a su marido y desde luego murió y que desnuda de padre y con la madre en la cárcel, cumple diez años desubicada y sin hogar al que llamarle por ese nombre, castigada sin saber , porqué.
Mirar para otro sitio no me consuela, ni esconder la cabeza en tierra como el avestruz, tampoco las adivinaciones de echadores de cartas y magos del minuto a tres euros, porque me da pavor Bruselas , más presente que nunca tirando de los hilos que sujetan nuestros intestinos, igual que hacía en sus buenos tiempos la inquisición y subiéndonos la prima de riesgo que parece la de zumosol, porque se hace grande y robusta y por más que queramos rebajarla es un virus que puede matarnos hasta la esperanza.
Estoy hasta las narices de crisis, de tontos bocones que se creen los amos del mundo y nos llevan enfiladitos como corderos al degüello, estoy -por estar -cansada de que no nos digan la verdad como si fuéramos niños chicos, aunque nos duelan los ojos, después, de tanto llorar.
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