Un siglo lleno de recuerdos, de anécdotas, de sacrificios, como sus años cosiendo para los “señoritos de Jerez”, recuerdos que borrar de su marido, pero también muy positivos, sus ganas de luchar, su espíritu enérgico y la luz que irradia. Con la voz entrecortada su hija Celestina leyó ayer una carta escrita por esta centenaria mujer a quien la Delegación de Igualdad ha querido galardonar con la mención especial del Premio Racimo. Ella, a falta de la escritora Nunila Ramírez, y la ilustradora Myriam Cameros, que no pudieron recoger su premio por La Cenicienta que no quería comer perdices, acaparó todas las miradas de las cerca de mil mujeres que quisieron brindarle su apoyo y calor en el pabellón de Ifeca.
Catalina dice que no tiene secretos para mantener esa vitalidad, “yo soy así”, dice modestamente, y es que nunca ha recibido un premio. “Gracias por esta mención especial, quiero compartirlo con todas las mujeres que están aquí porque esta mención que se me hace es de todas las mujeres, que a pesar de las dificultades y los sufrimientos no hay quien nos quite las ganas de ser felices y en definitiva, de vivir”, dijo Catalina que, contra todo pronóstico, salió al escenario a recoger su premio demostrando que no hay suficientes achaques si existe vitalidad. El público, emocionado con sus palabras, soltó un olé, olé y olé, alabando esta fuerza que tanto la caracteriza y que la hace merecedora del Premio Racimo. 36.500 días muy bien vividos más los que quedan por vivir.
La alcaldesa, Pilar Sánchez, protagonizó un discurso que acabó convirtiéndose en una especie de mitin en el que felicitó a todas las mujeres y alabó el mensaje de ser felices y disfrutar de la vida que transmite Catalina, una mujer con una memoria histórica envidiable.
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