Recientemente una pareja de economistas americanos han presentado un informe sobre la precariedad del conocimiento financiero en los países más importantes del mundo. Para su elaboración han realizado una encuesta a nivel mundial en forma de las tres preguntas siguientes. 1.- Suponga que tiene 100 euros en una cuenta de ahorros en su banco y que la tasa de interés que obtiene en ésa cuenta es el 2% al año. ¿Qué saldo tendrá en esa cuenta después de cinco años, suponiendo que nunca retire fondos?: a. Más de 102 euros. b. Exactamente 102 euros. c. Menos de 102 euros. d. No sé/ No contesto. 2.- Suponga que la tasa de interés que ganan sus ahorros es el 1% al año y que la tasa anual de inflación es del 2%. Después de un año podrá usted podrá: a. Comprar más de lo que podría comprar hoy. b. Exactamente lo mismo. c. Menos. d. No sé/No contesto. 3.- Comprar acciones de una sola empresa suele ofrecer rendimientos más seguros que comprar participaciones de un fondo que invierte en diferentes empresas: a. ¿Cree usted que esta afirmación es cierta o falsa?. b. No sé/ No contesto. Las respuestas correctas son 1-a, 2-c y 3- falsa. Los resultados obtenidos confirman efectivamente que el grado de conocimiento financiero a nivel mundial es extremadamente insuficiente para defender los propios intereses en nuestras relaciones con las entidades financieras o ante situaciones en las que debemos optar por la vía más beneficiosa para nuestro patrimonio. Así, el 96% de los rusos encuestados no pudieron contestar correctamente las tres cuestiones. Igualmente sucedió con el 70% de los estadounidenses, el 75% de los italianos, el 69% de los franceses y el 73% de los japoneses. Quienes mejor respondieron fueron los alemanes y los suizos que contestaron correctamente a las tres preguntas en un 53% y un 50% respectivamente. No figuran datos concretos referidos a nuestro país, si bien el comentario generalizado referido a otros países no difiere de los peores registros publicados. Lo realmente llamativo de éste sondeo estriba en que a estas alturas exista tan alto porcentaje de ciudadanos en el mundo incapaces de discernir cuales son las mejores opciones para defender sus intereses ante situaciones poco menos que básicas. Otra cosa más complicada, posiblemente, sería poder advertir los riesgos implícitos que pueden derivarse de algunas cláusulas de determinados contratos de préstamos, depósitos o de inversión. Para muestras reconocibles y recientes en nuestros país les referencio a los perjuicios que han afectado masivamente a inversores por la compra de participaciones preferentes o por la aceptación de estipulaciones abusivas como la famosa “cláusula suelo”, aunque, obviamente, el nivel cultural financiero requerido para detestar estas contingencias puede exigir un grado más elevado. En cualquier caso, en mi criterio lo que sí parece derivarse claramente de estos resultados es la necesidad de atajar esta precariedad del conocimiento financiero incluyendo en los sistemas educativos programas básicos, prácticos y fácilmente asequibles que permitan y ayuden a optimizar convenientemente el rendimiento de nuestro recursos y mejorar la situación económica de millones de ciudadanos.
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