Con los años no ha perdido la belleza y la chispa de su mirada. Viene sola a la consulta, me cuenta de su vida, sus logros y frustraciones, sus anhelos actuales. Estamos acabando la anamnesis y me dice con pillería de niña que está descubriendo algo maravilloso. Qué es, le pregunto. Un océano desconocido: la espiritualidad, dice mientras se ríe francamente. Y se sorprende cuando le digo que noto en mucha gente un resurgir espiritual desde hace unos años, que parece como hastiada de todo tipo de materialismos.
Se palpa en muchos síntomas este renacer, como ya en el siglo VI se viviera un resurgir espiritual que resultó ser a la postre la cuna de la actual Europa.
Dentro de tres días celebramos la fiesta de San Benito, patrono de Europa y figura clave en este cambio que experimentó Occidente. En 529 se desmoronaba la Academia platónica de Atenas y se ponían las bases de una nueva filosofía con una comprensión bíblica del ser humano, la comunidad, sus orígenes y el destino. Son los comienzos de una civilización notable que aún perdura en sus rescoldos y cenizas. Parece que la filosofía que empezara en Montecasino necesita un relanzamiento en su devenir desvirtuado. Debe surgir una nueva escuela filosófico-vital. Se hacen necesarias nuevas vías, nuevas autopistas. El cambio del mundo en los últimos 50 años ha sido enorme y no resiste las viejas normas de medirlo y valorarlo.
El filósofo inglés MacIntyre ha estudiado, diagnosticado y propuesto soluciones para la cultura moderna (Tras la virtud, 1984). Esta obra denuncia los terribles resultados del proyecto ilustrado que ha conducido a una “ética” sin fundamento. Además restaura el sentido de comunidad frente al individualismo egocéntrico. Este autor compara la decadencia actual con la que llevó al fin del Imperio Romano. “Poseemos, en efecto, simulacros de moral, pero hemos perdido nuestra comprensión de la moral”. “Lo que importa ahora es la construcción de formas locales de comunidad, dentro de las cuales la civilidad, la vida moral y la vida intelectual puedan sostenerse a través de las nuevas edades obscuras que ya caen sobre nosotros”. “Y si la tradición de las virtudes fue capaz de sobrevivir a los horrores de las edades oscuras pasadas, no estamos enteramente faltos de esperanza”.
San Benito (“volver a la espiritualidad más profunda”) recibió críticas muy fuertes de los que estaban acomodados a la situación de renta religiosa. Hoy igual que ayer.
Las nuevas instituciones o movimientos inspirados en nuestros días ¿recibirán las críticas correspondientes como las recibiera San Benito? Nada hace pensar que no, pero deben surgir, tienen que surgir y allí se atisban los esbozos desperezantes.
El nuevo resurgir espiritual es imparable. Servirá para depurar lo viciado, para regenerar lo desnaturalizado. Que no te cuelguen ningún sambenito, y si lo hacen no te importe más que la llegada de un nuevo San Benito con formas renovadas de vida, asociación y cultura.
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