En América del Norte y en América Central, los quinceañeros celebran fiestas nocturnas, en la casa de los padres, (se les llama pijama party), donde sus amigos adolescentes acuden en pijama, para poder irse a dormir sin más, cuando les sobreviene el cansancio.
Tremendo pijama party, le organizaron los hondureños a su Presidente, que en pijama de mezclilla (sorprende que no vistiera uno de algodón) y en pantuflas, fue transportado a la hermana República de Costa Rica y desembarcado en el aeropuerto de San José como un paquete, después de haber sido capturado en su Residencia por una fuerza de tarea del Ejército Hondureño.
Honduras, es el tercer país más pobre de América, después de su vecino Nicaragua y la trágica Haití. Desde siempre estuvo a la merced de ciclones tropicales y amenazas de terremotos. Ahora, a las maras (bandas) que matan todos los días, hay que añadir nuevos casos de Gripe A. Está claro que la pobre Honduras, no necesita más problemas, pero el Presidente Zelaya, un terrateniente que ganó las elecciones por un escaso margen de votos, se dispuso a seguir el guión inaugurado por Chavez, en Venezuela.
A saber: gano las elecciones, seguidamente emprendo la depuración del Poder Judicial y del estamento militar para finalmente reformar la constitución y perpetuarme en el poder. Para ello organizo una consulta pidiendo a los ciudadanos que voten a favor de mi reelección, pronunciándose por una reforma de la Constitución.
Pero esta vez, ni los Obispos, ni los Empresarios, ni los jueces, ni los militares, ni los políticos (incluso aquellos del mismo partido que el Presidente) estuvieron de acuerdo. De ahí que la operación Pijama party, tuviera lugar como dirían algunos con nocturnidad y alevosía.
Este fue un error tanto por parte de los militares y de quienes avalaron su comportamiento. De hecho, el principal asesor jurídico del Ejército hondureño admitió más tarde, que trasgredieron la ley al sacar al presidente Zelaya en un avión hacia Costa Rica, y que esa decisión la tomó la cúpula militar "para evitar un derramamiento de sangre". El haber dejado a Zelaya en Honduras y haber empezado un procedimiento de destitución (un impeachment que dirían los norteamericanos) podría haber acarreado desórdenes y muertes que como vimos, es lo último que necesita esta pequeña república olvidada normalmente por Dios y los hombres.
Por supuesto que los países del Alba: Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y algunas diminutas islas caribeñas, asumieron el papel protagónico defendiendo al que podía haberse convertido en un nuevo miembro de su club. A mí personalmente, me causó mucha risa, por no llorar, escuchar a Raúl Castro defender la democracia, y a Chavez amenazar con intervenciones militares, para liberar Honduras. Los demás países latinoamericanos han tenido que subirse al carro, pues desde el punto de vista jurídico la acción de los militares es indefendible. A eso, añádase el hecho de que a ninguno de ellos les gustaría tener que participar en un pijama party siendo adultos, pues aunque muchos de ellos participaron en este tipo de fiestas siendo adolescentes, ya no están para estos trotes.
Concluyendo, Honduras quizás ha enseñado al mundo que un Presidente pese al poder que le confiere su posición, no puede pasarse por el arco de triunfo, la Constitución de la nación.
Ya hay resultados. El Presidente del Parlamento de Nicaragua ha declarado que el cambio de la Constitución, solo podrá llevarse a cabo si "todos están de acuerdo". No sé muy bien como interpretar estas palabras pero algo es algo, y ese algo se lo debemos a los cabezotas hondureños, que están dispuestos a desafiar a quien haga falta, a que le corten las ayudas que tanto necesitan, pero no se doblegaran ante la banda de Chavez.
Un viejo dicho español dice así: Golpe dado, ni Dios lo compone.
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