El PSOE cree que el Consistorio ?se ha reído de los mariscadores?

Con estupor e indignación. Así han acogido en el seno del PSOE gaditano la renuncia de la Asociación de Mariscadores de la Bahía Virgen del Carmen a desarrollar gran parte de su proyecto de acuicultura en el término municipal de Cádiz.

Como publicaba ayer INFORMACIÓN, este colectivo ha optado finalmente por ubicar en el Puente del Hierro (San Fernando) el criadero de moluscos y la depuradora de almejas que pretendía poner en marcha en la salina de La Dolores. Una decisión motivada, según dicen, por la falta de respuesta del Ayuntamiento de la capital a la solicitud de utilizar para tal cometido ese enclave, cuya titularidad es compartida entre el consistorio gaditano (60%) y el isleño (40%).

Aunque la entidad mantiene su intención de utilizar este espacio para la siembra, los socialistas consideran que el equipo de Gobierno deja escapar una “importante oportunidad de crear empleo”. Eso aseguraba ayer la concejala Marta Meléndez, quien subrayó que la iniciativa de los mariscadores daría trabajo a 40 personas, en un principio, y a otras 200 dentro de tres años.

La edil socialista lamentó que en 15 meses la alcaldesa no haya contestado a esta asociación y vio lógico que sus integrantes hayan terminado trasladando el grueso de su propuesta empresarial a otro sitio. “La realidad es que se han reído de ellos”, afirmó Meléndez, quien acusó al equipo de Gobierno de tener una “gran falta de sensibilidad” con este tema. Una actitud que, según indicó, ya pudo comprobarse en el último Pleno, cuando el portavoz de Virgen del Carmen intervino para plantear su problemática “y los concejales del PP no sólo no le prestaron atención sino que incluso sonreían y bromeaban entre ellos”.

Según Meléndez, el Consistorio nunca ha mostrado interés en la instalación del criadero de almejas “porque Teófila Martínez cree que eso chocaría con sus planes turísticos y recreativos para esa zona”, aseveró.
Y, frente a esa tesis, apeló a las alegaciones que este colectivo presentó al PGOU, donde “se dejaba claro que ambas ideas eran compatibles”. En cualquier caso, “lo menos que podían haber hecho era advertirles de que no iban apoyar el proyecto para evitarles una espera innecesaria”, concluyó.