Es un gesto que reclama hechos. Y en una tierra tan adormecida, tan malquerida, lo singular es hazaña. Hoy nos piden sólo cinco minutos,justo a las doce, para que hagamos un stop por la España Vaciada que, en el caso de nuestro Jaén (capital y provincia), camina por la senda de la despoblación y con la previsión de perder 100.000 habitantes en los próximos 21 años. Jaén, tan inmensamente rica y bella, un potencial que tenemos y que no nos han permitido desarrollar. Esa falta histórica de inversiones y de infraestructuras, entre otros factores, nos está llevando a la pérdida de oportunidades que sí se le han dado a otros territorios. Un bucle que lleva al vaciamiento poblacional y arrastra a la pérdida de servicios. Ya no sólo el éxodo rural, también el éxodo urbano que vacía ciudades pequeñas y medias.
Por cosas así, y porque Jaén necesita la decidida acción política que nos saque del ostracismo, hoy debemos sumarnos al paro silencioso allá donde estemos y expresar, cada cual en nuestras redes sociales, qué reivindicamos por Jaén. Es un gesto y, sobre todo, un ejercicio de toma de conciencia por lo que nos une, por nuestra tierra y por nuestros hijos para su futuro. La convocatoria parte de la sociedad civil, de plataformas como 'Jaén Merece Más' y otras ochenta aglutinadas en la España Vaciada. Veintitrés provincias que gritan un basta ya contra el abandono y la inacción para con estas tierras. Me agrada que se haya adherido la Corporación municipal al completo, que secundará el paro en la puerta del Ayuntamiento, donde puede acudir cualquier ciudadano que lo desee, aunque lo que van a funcionar son las redes sociales. Jaén reclama atención, hechos y realidades. Todos debemos unir en bien de Jaén, desde la posición que ocupemos, atrayendo todo lo bueno que podamos darle, trabajando y olvidando nuestras ideologías. Desde la España Vaciada, nos gusta parafrasear a Antonio Machado: "somos la voz de la España de la rabia y de la idea. Somos la rabia serena de una España vaciada, que se desangra ante el olvido y la indiferencia de quienes debieran ser sus principales valedores. Pero somos también la idea de una España viva, esencial, de alma inconformista y brava que, harta de promesas incumplidas, pide la palabra y quiere ser escuchada. Somos la encina que abriga el desolado páramo, el roble que no rebla, el chopo que verdea las amables riberas, el pinar interminable que no maldice el silencio. Somos, amigo Antonio, como tu viejo olmo hendido por el rayo que ve renacer la esperanza de una rama verdecida"
