Un año más, quedó patente que si hay una jornada cofrade por excelencia en Chiclana es la del Miércoles Santo. Quizás por el hecho de que se inicie el puente, quizás por la gran devoción que arrastra la imagen de Jesús de Medinaceli o quizás por la unión de ambas circunstancias, es un día en el que el pueblo chiclanero toma las calles y sale al encuentro de una de las cofradías más señeras de la ciudad.
Al igual que sucediera en la jornada del Martes Santo, la procesión que quizás más pasión y devocación provoca en la localidad chiclanera se vio acompañado por un día espectacular.
A las ocho de la tarde se abrían las puertas de la Parroquia de San Juan Bautista ante una Plaza Mayor abarrotada de público que un año más respondió a la llamada de su señor del Medinaceli.
El paso del Cristo, adornado con flores moradas, fue avanzando bajo los acordes que sonaban de la Banda de Cornetas y Tambores Fundación Zoilo Ruiz Mateo de Rota. Y, como cabía esperar y como sucede año tras año, no faltó la espectacular penitencia de varias decenas de metros en una estampa también muy peculiar cada Miércoles Santo. Este año contaba además con la novedad de la canastilla lateral del paso.
Posteriormente aparecía en escena María Santísima de los Dolores de Servita, decorada con flores blancas, que estuvo acompañada musicalmente por la Banda Municipal Maestro Enrique Montero de Chiclana.
