Cuando en verano se hace una cantidad importante de fichajes es bastante posible que algunos salgan mal, otros regular y otros buenos. Al final, como siempre se dice, el paso del tiempo dicta sentencia sobre los hechos. Quiero decir, de antemano, que sobre el papel y acabado el 31 de agosto, a mí me parece una plantilla con mucho potencial y déficit en la zona defensiva. Ahora, a punto de cerrar enero, el propio club, sin necesidad de decir nada, está confirmando que no fueron buenos movimientos. Es Vox Populi en foros, chats y tardes entre amigos preguntarnos eso de: ¿Y tú con quién te quedabas? Son pocos los nombres que salen a la palestra. Si del aficionado dependiera, se hacía un equipo nuevo salvo un puñado. Hay que hablar para bien, por ejemplo, de los cedidos Isi Ros y Gustavo. Hay también otros jugadores que no suponen un problema en la plantilla, y hay otros que deberían de rendir a un nivel mucho más alto del que están rindiendo. Lo cierto es que a estas últimas horas de fichajes se están moviendo cosas, se quieren dar bajas (con la dificultad que conlleva) y se busca debajo de las piedras alguien que encaje. No hay mayor autocrítica que empezar a deshacer este entuerto en enero.
A mí, realmente lo que me preocupa, es que no confío en Alberto Monteagudo. A veces llego a pensar en frío que esta plantilla no es tan mala y ocurren cosas extrañas. Por ejemplo, la primera baja, Sergio Jiménez, estaba teniendo un rendimiento lamentable partido a partido, pero siempre jugaba. En partidos de Copa se apostó por gente de la cantera, sea Fran, sea Ponce, y al menos dejaron mejores sensaciones. Y ya no hablemos de tácticas, que no de dibujos o esquemas. El Recre parece estar jugando a lo mismo siempre, da igual que salga con dos delanteros o con tres en el medio campo. No hay cosas que mejoren. No quiero con esto excusar a algunos jugadores: los delanteros no pueden tener el rendimiento que tienen. Chuli al menos nos deja en el recuerdo fallos terribles de remate, pero es que Rubén Cruz, que también venía de fichaje estrella, se suele perder por el terreno de juego. Aún así, viene la típica pregunta de siempre: ¿Es mejor cambiar a diez jugadores o cambiar de entrenador? Ese dilema se lo dejo a Zamora, o a Zambrano, o al cuestionario de Viqueira.
Solo quiero la permanencia cuanto antes. Tengo cierto miedo de sufrir más de la cuenta. El día que matemáticamente lo consigamos lo celebraré, porque esto es un auténtico desastre.
